Debemos comenzar transmitiendo nuestras condolencias a Milena Herrera por la jugarreta que le
ha hecho la secretaria general del PSIB-PSOE, Francina Armengol, nombrándola portavoz. Muy mal deben llevarse para que la jefa la denigre situándola en un puesto que nadie quiere, porque en pocos
meses estará no quemada, sino abrasada políticamente. Los socialistas, a estas alturas, acreditan no tener palabra y mentir como bellacos. Hoy dicen blanco y mañana dicen negro, así, sin despeinarse.

Escuchen a la propia lideresa de los socialistas de Balears, la árbitra casera que ocupa la presidencia
del Congreso de los Diputados sin pertenecer al grupo parlamentario mayoritario de la Cámara, algo que
marca un hito en la historia política española, lo cual no le impide ejercer de jefa de
la oposición al Govern de Marga Prohens, para que quede claro que ni es neutral ni puede esperarse de
ella nada bueno, pues su objetivo declarado es volver a ser presidenta del Govern a lo Donald Trump.
Su posición política avergonzaría a todos sus antecesores en el cargo de presidente de la Cámara Baja,
exceptuando a Patxi López, cuya indigencia intelectual es palmaria.

Ayer, en su discurso ante el politburó del PSIB, aseguró que se opondrá al Govern del PP «políticamente,
en la calle si es necesario y en los juzgados, también si es necesario». Poco antes había dicho: «Hemos demostrado que los temas políticos se resuelven políticamente». ¿No es sublime?
Sólo una jerarca del Partido Sanchista puede decir una cosa y la contraria en el mismo discurso y ser aplaudida con vehemencia por la recua ovina que pastorea.
Eso le espera a Milena Herrera. Aceptando el cargo de ser «la coz del partido», perdón, quiero decir
«la voz del partido» con mucha «responsabilidad, humildad y alegría», asume el encargo envenenado de tratar de colar el intragable argumentario de Ferraz a la ciudadanía y a los medios de comunicación. Igual le convendría hacer lo que Lilith Verstrynge de Podemos, que ha seguido el consejo de Napoléon Bonaparte en su campaña en Rusia: «Una retirada a tiempo es una victoria». Aunque realmente la misión encomendada a la diputada Herrera no se aparta mucho de lo que estuvo haciendo en el Ajuntament d’Eivissa con Rafa Ruiz, a quien, dadas sus escasas cualidades políticas y sus limitaciones intelectuales más que evidentes, lo ha desbancado ampliamente en el partido. Armengol, para terminarle de escarnecer, le nombró ayer secretario socialista de Política Deportiva. ¡Política deportiva! Si es que te tienes que reír.

¿A qué viene esta saña de Francina Armengol con los miembros de la Federació Socialista d’Eivissa
(FSE-PSOE)? ¿Pero qué le han hecho los pobres ibicencos esta señora, aparte de perder estrepitosamente las elecciones de mayo del año pasado allá donde se presentaron?

AMNISTÍA

Sostiene Armengol que lo que está haciendo su partido en cuanto a «la paz territorial en España y la convivencia tiene un valor fundamental para la democracia española». Y pide a los suyos, y aquí viene
la primera encomienda a la nueva portavoz: «Defendedlo con fuerza. A los que se oponen a la ley de amnistía, a los que se opusieron a los indultos y tantas y tantas cosas, no tienen razón».
Si Armengol nos hubiera dicho que defendería la amnistía antes de encabezar las papeletas del PSIBPSOE al Congreso de los Diputados por Baleares, quizás ella sí hubiese conseguido su escaño, porque la recua es numerosa, pero desde luego Milena Herrera no. Y Juanjo Ferrer aún menos su escaño en el Senado, aunque para lo que sirve, que le aproveche. Pero lo que sulfura e indigna a la ciudadanía, incluido a muchísimos votantes del PSOE e insignes líderes socialistas como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, entre otros, es que el PSOE haga todo lo contrario a lo que prometió hacer. Que pretendan que lo que en abril, antes de las elecciones, era malo y detestable, amén de inconstitucional, ahora sea no sólo bueno, sino imprescindible y necesario. Para que ellos sigan en el poder, lo es, pero no lo es ni para el Estado de Derecho, ni para la democracia, porque negociar la amnistía con los propios delincuentes es una aberración que sólo pueden impulsar bellacos.