Uno de los momentos del acto. | Moisés Copa

Alberto dejó de leer libros sobre el Asperger y el autismo «porque me cansé de que hablaran de mí». A él le diagnosticaron un trastorno del espectro autista (TEA) pasados los 40 cuando acompañó a su hijo a recoger el diagnóstico. «Sólo con ver mi actitud y mis gestos, la doctora me dijo que yo también tenía esa condición», recordó. Tras ello, comenzó a trabajar junto a otras personas en la puesta en marcha de la Asociación Asperger Ibiza y Formentera (AIF), hace ahora una década.
«Estamos creciendo mucho y cada vez más. Necesitamos recursos», señaló Alberto, quien destacó que en las Pitiusas podrían ser hasta 3.000 las personas con un TEA, la gran mayoría todavía por diagnosticar.

Carolina, Elia y otros usuarios de AIF coincidieron en señalar que, tras recibir el diagnóstico, no quedaron en ‘shock’ ni sorprendidos. Más bien les supuso un alivio al descubrir por qué se sentían diferentes.
La asociación AIF vivió este sábado una jornada especial compartiendo infinidad de actividades y una comida de hermandad en la finca de Can Tomeu, en Ibiza. La coordinadora de AIF, Mar Ferré, recordó que hoy se conmemora el Día Mundial del Síndrome de Asperger y, por tanto, aprovechan la efeméride para informar sobre esta condición. Ferré reconoció que es habitual que nuevos usuarios se acerquen a AIF cada vez que organizan este tipo de iniciativas.
A cargo del espacio de relajación sensorial habilitado en Can Tomeu, Elia manifestó que «a la gente neurotípica nos tendrían que valorar más».