El obispo de la Diócesis de Ibiza y Formentera, Vicente Ribas Prats, destaca en el programa Bona Nit Entrevistes de Toni Ruiz cómo los pitiusos celebran la Semana Santa, incorporando tradiciones y costumbres de culturas procedentes de todo el mundo.

—En Semana Santa se conmemora la muerte de Cristo, aunque siempre es más agradable celebrar la vida.
—Sí, pero la Semana Santa acaba el domingo con la triunfal Resurrección de Nuestro Señor que nos dice que nosotros nacemos y que toda nuestra vida no termina con una desaparición, sino que estamos llamados a una vida eterna. Por ello, el Día de Pascua celebramos la vida. ‘El que cree en mí, vivirá para siempre’ y esta esperanza es lo que Cristo nos trae con esta Resurrección. Como dice San Pablo, si Cristo no ha resucitado, nuestra esperanza, nuestra fe, no tienen ningún sentido. Celebramos la muerte, pero, sobre todo, la Resurrección de Cristo el Día de Pascua.

—Y ello implica numerosas actividades alrededor de las parroquias de Ibiza y Formentera. Hay mucha gente involucrada en este tipo de actos.
—Sí. Somos una sociedad con una realidad compuesta por personas que han llegado de muchas partes y que tienen otras culturas y religiones, aunque muchos son de tradición cristiana católica, algunos más practicantes y otros no tanto. También, en los años 60 y 70 llegaron muchas personas de la zona de Andalucía donde se vive mucho la Semana Santa. Además, la gente de Latinoamérica es cristiana católica. Celebramos estos días desde la tradición de Ibiza, con sencillez, incorporando cómo vive la fe tanta gente que ha llegado de fuera. Por ello, es muy diferente la forma de vivir la Semana Santa en un pueblo rural de Ibiza como Sant Miquel o Santa Gertrudis a otras poblaciones más grandes como Santa Eulària o Vila, donde la gente de fuera y también de aquí quiere manifestar su fe creando grandes cofradías al estilo andaluz. De esta manera convive la religiosidad del pueblo que peregrina en Ibiza: desde lo más sencillo a otras formas que se han incorporado a nuestra Semana Santa. Cada lugar tiene su manera de expresar la fe y de vivir estos días santos. Por ello, en Ibiza celebramos la procesión del Viernes Santo, que siempre ha sido silenciosa, reflejando el carácter de la gente de aquí, incorporándose estas nuevas cofradías que reproducen lo que ellos han vivido de pequeños. Nosotros intentamos respetar la del Viernes Santo, que sea más de silencio, y después dedicamos un día a cada cofradía en el entorno de su parroquia. En la del Roser, por ejemplo, lo celebran más al estilo de Málaga y en la de Santa Cruz, más al estilo de Sevilla. Cada uno ha de tener su espacio. También en Formentera, en la parroquia de Sant Ferran organizan una procesión el Jueves Santo.

—Es decir, la Semana Santa de Ibiza también tendrá saetas.
—Las tendrá. Tienen derecho a manifestar su fe. En los pueblos más pequeños se celebrará como se ha hecho siempre. Ahora se está preparando la declaración de Bien de Interés Cultural de los ‘Passos’, algo que en algunos pueblos ha perdurado. Cada uno tiene su forma de cantarlos, aunque se hable de pueblos vecinos. Cantan las mismas estaciones, el Vía Crucis, algo que llama tanto la atención a quienes vienen de fuera cuando ven en las fachadas de las iglesias las tres cruces. Es una forma muy sencilla, pero muy de aquí, de vivir la Semana Santa.

—La imagen o imágenes de cada cofradía las deciden ellos mismos.
—Sí porque hay algunas que llevan varias. En Santa Cruz, por ejemplo, el Cautivo tiene a este Cristo, pero también la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza. Hay varias cofradías con más de una imagen. En Vila, el Santo Cristo del Cementerio procesiona con el Ecce Homo que había estado en la iglesia de L’Hospitalet.

—Y en muchas ocasiones estas imágenes nacen de la voluntad popular e incluso de las manos de los cofrades.
—Algunas ya estaban en las parroquias, como la imagen del Santo Cristo del Convent, que estaba en la parroquia ya en época de los dominicos y tenemos mucha devoción por ella. Se le hizo la novena, la cofradía, y después tiene su propio día de procesión. En Sant Elm estaba la imagen de La Piedad, que se colocó allí y después se hizo la cofradía. Antiguamente, todo era más sencillo y no existían las cofradías como tales y se empezaron a formar. Una era de los solteros, la otra de los casados. Llevaban además las imágenes por los pueblos y todo ello fue consolidándose y fueron formándose las cofradías que hacen un gran trabajo de preparación para que la procesión del Viernes Santo salga bien.

—Es curioso que en Ibiza haya más santos que vírgenes, mientras que en otros lugares es diferente.
—Aquí hay parroquias dedicadas a vírgenes como Nuestra Señora de Jesús, aunque creo que todas las iglesias de Ibiza tienen una Virgen de Nuestra Señora de los Dolores.

—¿No hay renovación en las imágenes?
—Lo que hacemos es restauración y conservación, aunque se van adquiriendo algunas nuevas. En Santa Cruz, el Cautivo es nuevo o la Virgen de la Esperanza. En la parroquia del Rosario, que tiene 25 años, se adquirió allí el Gran Poder. Son imágenes nuevas encargadas a buenos escultores de Andalucía y de otros lugares con gran tradición de Semana Santa. En Santa Eulària también se hizo el paso del Resucitado. Se van adquiriendo nuevas imágenes, se adquieren y se van restaurando las antiguas.

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—¿Y existe una renovación entre las personas que integran las cofradías?
—Sobre todo, se intenta. Allí donde se involucra más juventud es en las bandas que acompañan las cofradías. En Vila lo veo mucho puesto que ensayan debajo de mi casa. La del Cristo Yacente, por ejemplo, tiene una banda inmensa y todos son jóvenes que ensayan dos veces por semana. En las bandas existe mucha renovación, pero las cofradías, aunque hay nuevas incorporaciones, se quejan en las reuniones de que la gente prefiere irse de vacaciones, irse fuera. Además, es un sacrificio y nos estamos volviendo muy cómodos, puesto que preferimos salir un momento a ver la procesión que participar en ella.

—También debe conocerse la técnica y para ello ensayan con dureza.
—Llevan mucho tiempo con las estructuras por las calles ensayando. Llevan encima muchos kilos, mucho peso, y por ello dicen eso de ‘todos a una’. Si no lo hicieran, sería un desastre. Hemos avanzado mucho porque antes recuerdo que en la procesión del Viernes Santo casi todos los pasos iban sobre ruedas. Salían una o dos a peso y el resto sobre ruedas y ahora no hay ninguna y hay mucha diferencia de ver un paso llevado de una manera que de otra.

—Es cautivador aquello que en lugares como Andalucía viven las personas que llevan los pasos.
—Allí van con mucho recogimiento y cada uno lleva su propia cruz, su vida, su familia, y ofrece ese gran sacrificio por una promesa hecha o por una acción de gracias. Es impresionante, aunque formar parte de una cofradía no es sólo un día al año. Es una gran familia y siempre hay un núcleo que lo vive con mucha pasión y forma unos auténticos vínculos de hermandad. También, la importancia de la caridad de las cofradías y de los proyectos solidarios que suelen realizar, de todos los encuentros que celebran. Es como una gran familia. Cada cofradía intenta todos los años comprar nuevas telas, faroles, y todo ello supone ir todos a una, crear una gran convivencia entre todos los cofrades.

—Existe todavía desconocimiento sobre si se puede o no comer carne durante estos días.
—Antes del Concilio eran 40 días cuando no se podía comer carne e incluso aquí, en la comunidad católica ucraniana, sólo comen legumbres y verduras y los sábados y domingos pueden comer pescado y huevos y lo hacen. Después del Concilio se dijo que sólo eran días de ayuno, o de comer muy poco y no consumir carne, el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Los otros viernes simplemente era abstinencia de comer carne. Son días de penitencia, de pensar y reflexionar sobre el sentido que le doy a mi vida o a Dios. Es un periodo de silencio y purificación, dejando las cosas a un lado para centrarme en lo importante. Es vivir con austeridad y aquello que nos ahorramos, lo podemos dedicar a una obra de caridad, compartirlo con quienes no tienen tanta suerte. En todas las religiones siempre hay un periodo de purificación, en el budismo o entre los musulmanes que ahora celebran su Ramadán. Esto nos hace ver que estamos en un tiempo diferente, especial, en el que debemos dedicar más tiempo a la plegaria, al silencio, y ayudar a nuestros hermanos más necesitados.

—Sobre el Ramadán, un representante de la comunidad musulmana de Formentera destacaba el otro día que lo importante es que, al final, el sentimiento entre una religión y otra es el mismo.
—Reconocemos que en nuestras vidas existe el mal, el pecado, y debemos parar a pensar qué estamos haciendo con nuestra vida y, más aún, en este tiempo en el que vivimos tan atropellado. Es parar, reflexionar y mirar hacia dónde vamos porque ello nos hace crecer como cristianos y también a los musulmanes les ayudará.

—Comentábamos cuánto se habrá enriquecido la Semana Santa con lo aportado por personas de otras culturas que residen aquí.
—La gente que ha venido de otras zonas de España ha aportado mucho. Con la comunidad ucraniana o filipina también podemos ver aquí cómo viven la Pasión. Algo que también nos enriquece mucho es este Vía Crucis viviente en Santa Eulària y Formentera, algo que involucra a mucha gente joven y que se celebra desde hace poco tiempo. Todo esto nos enriquece.

—¿Qué sucede después de la Semana Santa para la comunidad católica?
—Viene un periodo muy hermoso que son los 50 días de Pascua, un estallido de alegría y de vida con las grandes celebraciones de la Iglesia como comuniones o romerías. Después de este tiempo de purificación y penitencia, viene este tiempo de Pascua que nos ayuda mucho a reafirmar la fe. En la Vigilia Pascual, que es una celebración preciosa, el sábado por la noche nosotros renovamos las promesas de nuestro bautismo con símbolos como el fuego o el agua y las lecturas de la salvación. Son celebraciones largas que nos ayudan a renovar, a comenzar. Es un tiempo que finaliza con la fiesta de Pentecostés. Es lo que vivimos en Pascua, tener esperanza y que la muerte no sea la última palabra.

—¿Cómo está el Obispado?
—Muy bien. Hemos celebrado el Día del Seminario rezando por las vocaciones. Tenemos tres seminaristas y uno muy pronto dejará de serlo porque el 20 de abril será ordenado sacerdote y para nosotros es un motivo de esperanza y alegría. He tenido que hacer muchos cambios en las parroquias, pero veo a la gente animada y con ganas de colaborar, y este tiempo del Sínodo nos ha ayudado a plantearnos muchas cosas. No es fácil hoy en día, pero intentamos seguir haciendo iglesia.