Como la mayoría de los establecimientos tradicionales de la isla, Can Bellotera tuvo sus inicios como «una tienda de esas en las que no había casi nada, pero que tenía de todo y una pequeña barra», tal como recuerda Pepita Ribas, de Can Bellotera, nieta de Joan ‘Bellotera’, fundador de la tienda que hoy da nombre a toda una zona de Sant Jordi.
A la hora de poner una fecha a la apertura del establecimiento, Pepita reconoce que es incapaz de recordarlo, «solo puedo deciros que allí nacimos mi hermano, yo, e incluso mi padre, que nació en 1923 , y su hermana que era mayor que él». Consciente de los más de cien años del establecimiento, Pepita hace una pausa para recordar y afirmar que, «ahora que me acuerdo, en la piedra de la entrada de lo que ahora es la librería, hay una fecha que será la del año que mi abuelo hizo la casa». La fecha grabada en la piedra es 1912.
Historia
Tras 112 años y tres generaciones de la misma familia, Can Bellotera evolucionó de la pequeña tienda con una barra, situada en el mismo hogar familiar, a un bar con su propio espacio, «en un lugar pegado a la casa que había sido una ferretería de Can Redó, pero que yo ni siquiera llegué a conocer, yo siempre lo vi derruido». «Lo levantamos, hicimos el almacén nuevo, el piso y montamos el bar», explica Pepita, siempre en plural, hablando de su hermano Joan. «Más adelante, alquilamos el bar, lo que era el almacén para montar la librería y nosotros nos pasamos al supermercado, al otro lado de la carretera, hará ya unos 50 años».
A partir de ese momento, se hicieron cargo Simón y Pep de sa Bellotera (familia de Pepita y Juanito Bellotera) durante más de dos décadas. Vicent, uno de los clientes más veteranos de Can Bellotera, recuerda de esos tiempos que «las neveras eran de madera y estaban pegadas a la pared» y que «en una ocasión vino el representate de Ricard de España porque era el bar que más vendía su producto en todo el país».
Última etapa
Tras la larga etapa de Pep de sa Bellotera, «el bar cambió unas cuantas veces de manos», tal como recuerdan sus clientes. Toni Ros fue el último en hacerse cargo antes de que Lali se hiciera con las riendas del bar Can Bellotera en el 2000, «siempre fui muy emprendedora, me enteré de que iban a alquilar el bar, me lié la manta a la cabeza y me puse manos a la obra», asegura la responsable del establecimiento. «Empecé sola con una camarera, Carment Tití», recuerda Lali, que explica que «hicimos algunos cambios, como cerrar la terraza, que en invierno no se podía estar, y dejarla la mar de mona».
En estos últimos 24 años, el bar Can Bellotera ha sufrido infinidad de cambios, tanto internos como externos.
Evolución
El más importante de ellos fue la construcción de la rotonda, deshabilitando el tramo de carretera que rozaba el bar, «entonces pudimos montar una buena terraza, que nos ha dado mucha vida», explica Torres. Lali reconoce también que este cambio «supuso un antes y un después, desde aquel momento pudimos ampliar las posibilidades del bar, haciendo comidas y más cosas, hasta entonces, había sido algo más pequeño, con poca cosa más que cuatro cubatas y alguna partida de cartas». A partir de entonces, tal como explica Lali, «pudimos empezar a hacer una oferta de cocina más extensa. Intentamos hacer tapas, pero no nos funcionó».
«La reforma de la carretera fue un poco como si nos hubiera tocado la Lotería», reconocía Lali. Y es que, por otro lado, el cambio en la normativa de las administraciones de Loterías estimuló el espíritu emprendedor de Lali y, tal como recuerda ella misma, «como teníamos todos los factores a favor, decidimos abrir un punto de venta». Un punto de venta desde el que se ha llegado a repartir un primer premio de Lotería de Navidad entre otros premios.
«Empezamos siendo dos personas trabajando y, a día de hoy, somos 14», subraya Torres, que cuenta desde hace años con la ayuda de sus tres hijos, David, Javi y Jordi, a la hora de dirigir el negocio familiar. «El primero en trabajar aquí fue David, el más pequeño, como premio a lo bien que se portaba, después se fueron acoplando los demás a medida que íbamos necesitando personal», recuerda Lali con humor. Entre los secretos del éxito de Can Bellotera, Lali subraya la profesionalidad de sus trabajadores, «entre todos aportamos buena energía y simpatía para que la gente se vaya contenta».
Clientela
La clientela de Can Bellotera cambia a lo largo del año, «en invierno, la clientela es la residente de todo el año pero, en cuanto llega el verano, empieza a venir la gente que trabaja la temporada y los turistas», tal como explica Lali, que asegura que «a las seis de la mañana se nos juntan los que salen de trabajar de las discotecas con los que vienen de fiesta y con los que se levantan, durante el verano, la cocina no para ni un momento».
Una de esas clientas es Ana que, pese a vivir en San José, asegura que «vengo cada día, normalmente con el ordenador, así puedo trabajar tranquilamente mientras desayuno. Para mí, venir aquí a desayunar forma parte de mi ritual del día a día. «Soy la primera fan de Can Bellotera, el ambiente es buenísimo y aquí hay una especie de vórtice de energía maravilloso».
Si la terraza de Can Bellotera es una suerte de oficina para Ana, para Tania «es prácticamente el patio de mi casa», tal como asegura entre risas. Y es que esta vecina de Can Bellotera vive a pocos metros del bar y, tal como explica ella misma, «aprovecho para venir a ‘emi solarium’f siempre que puedo a tomarme mi tostada de aguacate con queso de cabra con mi hija, Rosalía». «Además, ¡este es un bar en el que puedes salir millonario! Ya han dado muchos premios y muy gordos», zanja Tania.
Melani y Laura son amigas de Sant Jordi y, tal como aseguran ellas mismas, «venimos siempre que podemos, es un lugar muy familiar, sobre todo por la mañana, por las tardes es más en plan cervecita». Jesús es uno de los clientes clásicos de Can Bellotera, «vengo cada mañana a tomarme una agüita y a charlar un rato con los amigos», asegura mientras pone en valor que «aquí se puede encontrar buena comida y buen precio».
En contraste con Jesús, Manuel Diego padre y Manuel Diego hijo aseguran que «es la primera vez que venimos, queríamos tomar una tapa de camino al aeropuerto, pero como no hay, veremos qué tal va el bocadillo».
Sandra y Dani sí son más que habituales de Can Bellotera, «normalmente venimos cada día, si no es para hacer el vermut, es para hacer el tardeo», asegura Sandra mientras Dani asegura que «ya me traía mi abuelo cuando yo era pequeño». «Es un bar bastante esquizofrénico», asegura Dani respecto a que «cuando vienes en verano son todo turistas y, en invierno, siempre estamos los de siempre». Respecto a la cocina, Sandra asegura que «mi plato favorito es la ‘eguarriburguer’f que hacen, de esas que te chorrean por todos lados».
Ana y Gerardo reconocen que «no somos muy asiduos», sin embargo, ambos reconocen que «es un lugar con precios normales y nos paramos alguna vez cuando nos viene de paso, que además hay un buen espacio donde aparcar».
Sofía asegura que conoce Can Bellotera «desde hace cinco o seis años» y que «el servicio es muy bueno, tanto en cantidad como en calidad. Cuando ves que un lugar está así de lleno, es por algo».