Como suele ser habitual durante hace muchos años la Catedral de Santa María se llenó de fieles y curiosos para seguir el transcurso de la misa en honor a la patrona de la ciudad y la posterior ofrenda floral. | DE

La Catedral de Eivissa se llenó ayer de fieles y curiosos para seguir la ceremonia religiosa y la ofrenda floral en honor a Santa María, patrona de la ciudad de Vila. Sin embargo no estaban todos. Entre la nutrida representación política de la ciudad y de la isla, encabezada por María Luisa Cava de Llano, María Fajarnés, Vicent Roig, Virginia Marí, Alex Minchiotti, Carmen Ferrer, Joan Tur Ripoll o los alcaldes de distinto signo político como Antoni Marí Marí ‘Carraca’, de Sant Joan, o Josep Marí Ribas ‘Agustinet’, de Sant Josep, no estaba el regidor que jugaba como local, Rafa Ruiz. Ni él, ni Vicent Torres -president del Consell-, que se encontraba en la audiencia del Rey en Mallorca, ni ningún representante político del PSOE, ni de Podemos, ni de Guanyem, salvo Carmen Boned, concejala socialista de Participació Ciutadana i Igualtat.

Algo que aprovechó el obispo de Eivissa y Formentera, Vicente Juan Segura, para echarles un ‘rapapolvo’. Tras saludar a todos los presentes y asegurar que todo el mundo era bienvenido en la Catedral de Eivissa, empleó buena parte de los cerca de veinte minutos de su intervención para asegurar que «no acudir a la Catedral de Eivissa en un día como este es un paso hacia el fracaso y hacia la negación». Además, Segura aseguró que su ausencia «es ir contra la identidad pitiusa porque la ofrenda floral a la Virgen María forma parte ya de la tradición de los ibicencos desde hace cientos de siglos».

De hecho, para refrendar su idea, el obispo ante un centenar de fieles cargados con sus abanicos para luchar contra el intenso calor llevó a cabo una lección de historia en la que repasó los orígenes del cristianismo en nuestras islas. A buen entendedor pocas palabras bastan.