El primer fin de semana de julio deparó ayer una jornada de mucho movimiento de turistas y sabor agridulce entre el comercio. La cara positiva la presentaban las terrazas y restaurantes con sus mesas llenas de personal. La cruz, las tiendas que «prácticamente» no notaron ni «el empuje de las rebajas».
La llegada de turistas anima las calles de Vila, pero no las ventas
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Esto demuestra que nunca llueve al gusto de todos. Hay algo claro, entre gastar el dinero en ropa y abalorios o llenar el buche: no hay color. Además la mayoría de las tiendas de las islas venden lo mismo y a precios más caros que en península o Europa.