María Karina Rosales en ses Figueretes, una de las últimas fotos que la víctima colgó en su perfil de facebook.

La familia de la venozalana María Karina Rosales Rivera, cuyo cadáver fue encontrado en una casa abandonada cerca de Cala Salada el 13 de mayo, están a la espera de conocer nuevos resultados de la investigación, aunque por el momento no se ha informado de ninguna conclusión.

«La policía científica se puso a la orden y aseguraron que el caso se esclarecería en 36 a 72 horas (…) ya ha pasado más de una semana, pero siguen las investigaciones», manifestó la familia al periódico venezolano Panorama.

Su familia la describe como «una niña grande, inocentona, altruista». Aseguran que les sorprendió la noticia de su marcha a España, «porque era nerviosa, le temía a los atracos…», recuerda su prima Ciria Rosales.

El día antes

«El día antes de morir nos habló de cómo nos haría feliz a mi mamá, a mí y a mi bebé —a quien deseaba muchísimo conocer—, por nuestro pronto encuentro en Eivissa, donde estaríamos de nuevo juntas después de tres años de no vernos personalmente», agrega Kattia, hermana menor de la víctima.

Tenía 38 años de edad. Era ingeniero industrial, pero no consiguió trabajo en Venezuela y decidió venir a Eivissa, donde trabajó como maquilladora artística.

Karina, como era llamada por su familia y amigos, nació en Mérida, pero a los tres años sus padres se mudaron a Valencia, también en Venezuela. «Aquí no consiguió trabajo como ingeniero, entonces hizo unos cursos de fotografía y de maquillaje artístico, practicaba mucho y era buena en eso (…) Se fue a España como toda joven profesional, a ver qué se le presentaba. Su idea era hacer vida allá [en Eivissa] si conseguía la residencia, pero para eso necesitaba un contrato de trabajo… y no se le dio (…) Siempre le gustó la farándula, el arte y la fotografía, pero todo se frustró», relató, por su parte, Carlos Rosales, padre de Karina.