La ketamina contiene propiedades que afectan directamente al cerebro. FOTO: VICENÇ FENOLLOSA

JOSE JAVIER MONERRI Ninguna fuerza policial del Estado había intervenido hasta ahora los 15 gramos de ketamina de los que se ha incautado la Guardia Civil tras culminar una operación llevada a cabo por el Grupo Fiscal Antidrogas (Gifa) y que ha motivado la detención de una persona en la ciudad de Eivissa.

Esta es la tercera vez, sin embargo, que se ha podido aprehender en la isla ketamina, una droga de diseño puesta en circulación en principio para sustituir al éxtasis y cuyo nuevo decomiso revela que la isla vuelve a convertirse un año más en un banco de pruebas para los narcotraficantes.

El Gifa concretó anteayer por la mañana las investigaciones que se estaban realizando en torno a Juan Carlos R.M., natural de Madrid y de 30 años de edad, vecino de Eivissa y sin oficio conocido. Un registro domiciliario puso fin a las supuestas actividades de tráfico que pudiera llevar a cabo tras hallarse los 15 gramos de ketamina y pequeñas cantidades de otras drogas, así como una balanza presuntamente destinada al pesaje de los estupefacientes para su comercialización. El sospechoso, tras pasar a disposición judicial, fue puesto en libertad, según lo averiguado por este diario.

Las fuerzas policiales se están enfrentando ahora a las mismas circunstancias que motivaron la llegada del éxtasis a la isla, pionera también en la distribución de esta droga y de sus variantes. Se presume que sólo entra en pequeñas cantidades sin que todavía las redes hallan demostrado una clara vocación por iniciar su distribución a gran escala. Las investigaciones que se han realizado al menos han concretado ya que la ketamina, utilizada en los años 60 en Vietnam y en los ambientes gays de Nueva York, nace líquida tras combinaciones farmacológicas. Tras calentarla a altas temperaturas se obtiene su solidificación, permitiendo así que sea ingerida mediante espiración. Su efecto alucinógeno en las primeras horas tras su consumo es superior al del éxtasis. Al llegar los efectos anestésicos, los consumidores suelen combinarla con cocaína o éxtasis, aumentando su peligrosidad.