La Guardia Civil halló charcos de sangre en la casa y manchas y huellas de manos en paredes.

No hubo ningún un asesinato en 'Casa Concha' o al menos no hay judicialmente indicios de ello. El responsable del juzgado de Instrucción número 1 de Eivissa, Juan Carlos Torres, ha ordenado el sobreseimiento de las actuaciones que el pasado mes de agosto se iniciaron para aclarar la naturaleza de unas misteriosas manchas de sangre que aparecieron diseminadas en un domicilio de Migjorn que era ocupado por dos alemanes, uno de ellos encontrado herido leve.

El extraño hallazgo motivó que se barajara la probabilidad de que hubiera una persona en apuros o desaparecida. Submarinistas de la Guardia Civil llegaron a rastrear la costa de Formentera en busca de un cuerpo ante las dudas que se suscitaron, dudas en las que no se descartaba ninguna conjetura posible. Los agentes del instituto armado también interrogaron a la pareja que residía en la casa, actuación que corrió paralela a un minucioso examen en la 'Casa Concha' y sus alrededores.

Todas estas gestiones estaban ahora pendientes del resultado de las muestras que se enviaron a los laboratorios y que podrían confirmar las peores sospechas si se resolvía que era humana y que no pertenecía a ninguno de los dos moradores de la vivienda. Los resultados no han confirmado ninguno de estos extremos, de los que se deduce que presumiblemente podía pertenecer también a algún animal.

Los investigadores, ante la falta de datos concluyentes y tras sopesar, incluso, que la pareja, espoleada por el alcohol, podía haber llevado a cabo un sangriento ritual, ya apuntaron en su día a que ésta podía proceder de un pollo u otra ave que había sido descuartizada en medio de una borrachera en la que todo indica se consumieron asimismo potentes alucinógenos.

La Guardia Civil encontró en las primera inspección charcos de sangre en la casa y rastros de ésta en las columnas del porche, y en las paredes interiores de la entrada. Además, también se hallaron manchas en las estacas en el camino que conducía a la playa y huellas de manos ensangrentadas en distintos lugares. La Policía Judicial estableció posteriormente que el volumen de sangre no era tan grande como en un principio se creía y que como mucho había un litro.

La investigación también se topó con el problema de que los dos residentes alemanes declararon, tras su paso por el puesto de Formentera, que habían pasado la velada con una tercera persona y que ésta se había ido a primera hora de la mañana tras robarles las llaves del domicilio y una moto. Durante las pesquisas también se contempló la circunstancia de que la pareja y su misterioso invitado hubieran tenido una fuerte pelea después que éste último hubiera querido mantener relaciones sexuales con la chica. Sobre esta supuesta tercera persona nunca se recogió una prueba concluyente sobre su existencia.