AGENCIAS / PEKÍN

La tragedia china se encuentra, ahora, bajo los escombros. A los cerca de 12.000 fallecidos por el terremoto que el lunes golpeó la provincia de Sichuan, se añadirán los cadá veres que puedan rescatarse de las construcciones destruidas, donde las autoridades también confían en encontrar supervivientes. Tan sólo en la ciudad de Mianyang se cuentan, según la televisión oficial, 18.600 sepultados.

El Gobierno ya ha destinado 360 millones de yuanes, casi 33,7 millones de euros, para estas labores de ayuda, en la que también aspiran a colaborar con el beneplácito de Pekín las organizaciones internacionales, que ya ha mostrado sus agradecimientos por la movilización generalizada en el extranjero.

El balance oficial se actualiza con el paso de las horas. El último aportado es de en torno a 12.000 fallecidos, según la agencia Xinhua, aunque entre estas víctimas no existe constancia de que se incluya a ningún extranjero. No obstante, los números se ponen entre comillas por su provisionalidad, por lo que podrían incluso multiplicarse las muertes. Al drama se añade también el caos, por ejemplo, del transporte y las comunicaciones, mientras ayer seguían produciéndose réplicas al terremoto de 7,8 grados en la escala de Richter, el más grave del país asiático en las últimas tres décadas. Además, numerosas partes de la provincia de Sichuan se han quedado sin electricidad, lo que obliga a llevar hasta velas a los damnificados.

Para paliar esta situación, el Gobierno chino ha organizado un despliegue humano y económico a gran escala, con una partida inicial de 360 millones de yuanes, unos 33,74 millones de euros. El presidente, Hu Jintao, instó a las administraciones a todos los niveles a desarrollar labores de asistencia, así como al Ejército, la Policía Armada, las fuerzas de la milicia popular y el personal médico. De hecho, incluso se castigará a quien propague rumores para sabotear las actividades asistenciales.

«Debemos ser capaces de enviar miembros de los servicios de rescate a cada ciudad, condado o incluso pueblo afectado», señaló el primer ministro, Wen Jiabao, consciente de la importancia de obtener información sobre una catástrofe incalculable. Wen reconoció las «grandes dificultades para llevar a cabo los servicios de recate», que no obstante se afanan en buscar supervivientes. Los equipos llegaron a Sichuan con un contingente de decenas de miles de personas para llevar a cabo unas labores controladas y coordinadas directamente por el primer ministro, personado en el epicentro y sus alrededores.