El ECO (Equipo contra el Crimen Organizado) ha detenido a un conocido 'Dj' de Magaluf que supuestamente pirateaba música de forma masiva y no pagaba los derechos de autor.

De acuerdo con los datos facilitados ayer por la Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la Guardia Civil de Palma, la 'operación Magallanes' se inició después de que un abogado de la Asociación de Gestión de Derechos Intelectuales denunciara a un disc-jockey británico que reside en la zona de Calvià desde hace unos veinte años. Se le acusaba de grabar, almacenar y distribuir una gran cantidad de fonogramas (discos compactos musicales) y vídeos para karaokes.

El extranjero, supuestamente, aprovechaba su condición de asociado a una factoría musical para comprar discos originales, sobre todo de temas disco de los años 70 y 80. Se trata de un tipo de música muy popular entre los turistas británicos que visitan la Isla en los meses de verano. De hecho, K.A.M., el acusado, también les vendía a los veraneantes estos discos pirateados, sin autorización de la compañía discográfica.

Todos estos datos llegaron al ECO y los agentes sometieron al sospechoso a una vigilancia discreta, en su casa de Son Ferrer. Era allí donde supuestamente el 'Dj' utilizaba potentes 'tostadoras' para las copias ilegales que realizaba.

Tras el registro domiciliario, autorizado por el juzgado de guardia de Palma, se llevaron a cabo otras siete inspecciones en locales frecuentados por K.A.M., para comprobar que, en efecto, distribuía de forma masiva material copiado y duplicado.

En el operativo los agentes se intervinieron de varios ordenadores, material para la confección de los CD, una plastificadora, pantallas TFT, una impresora a color, envoltorios, útiles de embalaje y otros efectos. Los funcionarios del ECO también requisaron una cantidad importante de CD piratas, preparados para su venta. Los expertos consideran que la actividad del 'Dj' profesional ocasionaba un fraude anual de más de 100.000 euros. Durante la investigación la Guardia Civil comprobó que K.A.M. anunciaba su «género» en carteles que se colgaban en bares y discotecas, para que los turistas pudieran comprarle directamente la música disco mezclada.