Multitud de velas fueron encendidas en la Marina en recuerdo de los dos pequeños. | Marco Torres

J.C.A., el residente ecuatoriano de la Marina que perdió a sus dos hijos en un incendio ocurrido el 15 de noviembre de 2008 cuando los dos pequeños se quedaron solos en el domicilio de la familia, tendrá que sentarse en el banquillo el próximo lunes para responder de dos presuntos delitos de homicidio imprudente que se le imputan. Por cada uno de ellos el fiscal pide una pena de año y medio de prisión.

El ministerio público decidió presentar cargos contra dicha persona al entender que pudo cometer una negligencia cuando se ausentó de su casa, en el número 31 de la calle d'Enmig, durante unos 40 minutos que fueron fatales para los dos menores, un niño de dos años y una niña de tres. J.C.A. estaba a cargo de los hijos después de que su mujer hubiera tenido que irse a trabajar.

En la calle

Según el escrito fiscal, en la tarde del 15 de noviembre, salió del hogar con la intención de comprar pan y estacionar correctamente su vehículo, al parecer, para evitar una multa. Lo que iba supuestamente a ser una rápida salida se prolongó después de que, por causas que no han trascendido, el cabeza de familia se fuera hasta Can Misses al presentársele un asunto laboral.

Los dos niños, mientras tanto, quedaron dentro de una habitación donde, según la información que se barajó en su día, se había dejado un calefactor encendido junto a varios colchones.

El suceso provocó una gran conmoción, especialmente en el barrio de la Marina, donde en los días siguientes encendieron multitud de velas en recuerdos de los dos niños, ambos nacidos en España. El Ayuntamiento decretó un día de luto oficial y durante los días siguientes la comunidad ecuatoriana de la Isla también dio muestras de gran pesar por esta tragedia.

Muertos por el monóxido tras un cortocircuito

La muerte de los dos pequeños fue rápida. Según determinó la investigación, un posible fallo en la conexión de un calefactor a un enchufe motivó un chispazo que prendió en un colchón. En pocos segundos el fuego alcanzó sábanas, mantas y cortinas, originado un denso humo. El monóxido de carbono que inhalaron seguidamente, tras haberse refugiado bajo un colchón, les hizo instantes después perder el conocimiento. La falta de oxígeno que se generó a continuación en una vivienda pequeña hizo el resto. Los bomberos sólo pudieron rescatar sus cadáveres.