Un residente alemana de Santa Eulària se enfrenta a una condena de seis meses de cárcel y a 27 meses sin permiso de conducir, además de una multa de 1.080 euros como supuesta autora de un delito contra la seguridad del tráfico y otro de desobediencia a agentes de la autoridad tras acabar detenida en la madrugada del 9 marzo en la avenida de Can Nadal. La acusada, sin embargo, afirmó que fue apresada injustamente por un policía, hijo de un vecino suyo.

La infractora fue sorprendida cuando, al parecer, había encallado con un Jeep Wrangler sobre una acera. Según ella, sin embargo, sólo había tomado dos cervezas y justificó su supuesta salida de la carretera a «un gato que se fue debajo del coche».

Oposición

Destacó que a continuación se vio empujada a un coche policial cuando fue incapaz, por problemas pulmonares, de cumplir en cuatro intentos con la etilometría. Aseguró también que no opuso ninguna resistencia y que tampoco se opuso a que se le practicara un análisis de sangre.

«Llevo 22 años en Santa Eulària y el problema es que no me habla nadie por ser extranjera. No me admiten en el barrio», dijo la acusada según se tradujo en la vista oral que se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa.

Los policías que declararon aseguraron que la mujer no atendió a ninguna razón y que todo el tiempo estuvo «agresiva verbalmente». Los agentes defendieron la corrección de su actuación y el policía al que la acusada señaló por su condición de vecino, incluso, precisó que tras llevarla al retén pidió expresamente que se ocupara del caso otra dotación para eludir cualquier complicación precisamente por esta circunstancia.

Un residente alemana de Santa Eulària se enfrenta a una condena de seis meses de cárcel y a 27 meses sin permiso de conducir, además de una multa de 1.080 euros como supuesta autora de un delito contra la seguridad del tráfico y otro de desobediencia a agentes de la autoridad tras acabar detenida en la madrugada del 9 marzo en la avenida de Can Nadal. La acusada, sin embargo, afirmó que fue apresada injustamente por un policía, hijo de un vecino suyo.

La infractora fue sorprendida cuando, al parecer, había encallado con un Jeep Wrangler sobre una acera. Según ella, sin embargo, sólo había tomado dos cervezas y justificó su supuesta salida de la carretera a «un gato que se fue debajo del coche».

Oposición

Destacó que a continuación se vio empujada a un coche policial cuando fue incapaz, por problemas pulmonares, de cumplir en cuatro intentos con la etilometría. Aseguró también que no opuso ninguna resistencia y que tampoco se opuso a que se le practicara un análisis de sangre.

«Llevo 22 años en Santa Eulària y el problema es que no me habla nadie por ser extranjera. No me admiten en el barrio», dijo la acusada según se tradujo en la vista oral que se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa.

Los policías que declararon aseguraron que la mujer no atendió a ninguna razón y que todo el tiempo estuvo «agresiva verbalmente». Los agentes defendieron la corrección de su actuación y el policía al que la acusada señaló por su condición de vecino, incluso, precisó que tras llevarla al retén pidió expresamente que se ocupara del caso otra dotación para eludir cualquier complicación precisamente por esta circunstancia.

La fórmula delatora del forense

La mujer sometió a un análisis de sangre con su médico nueve horas después. Los niveles extraídos fueron considerados negativos. La juez, sin embargo, pidió la ayuda del forense. Éste resolvió el caso aplicando una fórmula matemática que posibilitaba saber qué niveles había nueve horas antes. Resultado, positivo: 1,023 gr/l de alcohol en sangre.