Uno de los abogados afectados por los robos en el número 39 de Isidoro Macabich señala los daños ocasionados en la puerta de su oficina.

Los ladrones sabían lo que hacía. Eso se desprende de cómo actuaron. Cuatro despachos profesionales, tres de ellos de abogados de la Isla, fueron asaltados durante el fin de semana y en un quinto no pudieron entrar después de que la pata de cabra que usaban para forzar las entradas se rompiera en una puerta blindada. Todo ello ocurrió en el número 39 de la avenida Isidoro Macabich de Vila, edificio donde coincidentemente también tiene su sede la formación política Eivissa pel Canvi, quien no resultó afectada por el robo.

El botín conseguido no fue grande para tanto esfuerzo. Algo más de 400 euros, la mayor parte de él obtenido en uno de los despachos. Según explicaron varios de los perjudicados, todo indica que los asaltantes habían planificado lo que iban a hacer.

Denuncia

El caso ya está en manos del Cuerpo Nacional de Policía después de que, según aseguraron, se presentara ayer mismo, poco después de descubrirse lo acaecido, una denuncia en Comisaría.

Se supone que los ladrones habían estado antes en el inmueble y sabían que en el edificio no hay viviendas. Forzaron la cancela que da acceso a las escaleras y, una vez superada esta barrera, cambiaron el bombín de la cerradura y pusieron otro. Tras ello se encerraron por dentro.

No fue la única precaución que tomaron. También rompieron con pericia el cristal de un entresuelo, abrieron la ventana, así como las rejas que la protegían. La ventana quedó así como salida de emergencia en caso de que se vieran descubiertos y tuvieran que huir precipitadamente. Ello no pasó. Los asaltantes pudieron operar con tranquilidad, probablemente en un robo que ocurrió entre la tarde y la noche del domingo.

Nadie oyó nada pese a que forzosamente tuvieron que hacer ruido. Reventaron las cerraduras y los bajos de las puertas de los dos abogados que tienen su despacho en la segunda planta. Luego siguieron su particular periplo por el resto de pisos. «No causaron grandes destrozos en el interior. Fueron directos a los cajones o los libros. Los abrieron y los movieron buscando dinero», indicó uno de los perjudicados. «Aquí no había casi nada, así que debe haber sido para ellos una pérdida de tiempo. Pero seguro que creían que había más dinero», añadió otro afectada.

La 'oleada' concluyó en el despacho de un arquitecto. Allí se rompió la pata de cabra que empleaban como palanca. Tras ello, recogieron sus enseres y salieron por la puerta principal como unos usuarios más del inmueble.