A mediodía de ayer la lluvia sorprendía a Sant Joan después de seis días de incendio.

Sant Joan trata de recuperar su rutina y normalidad después del grave incendio que ha vivido y poco a poco lo va consiguiendo. En la tarde ayer la estampa hubiera sido la habitual, de no reparar en los tonos ocres y negruzcos de los bosques que rodean al pueblo y, sobre todo, en el semblante y las conversaciones de sus habitantes.
La tristeza, las caras largas y el impacto de lo vivido se reflejaba en muchas caras de los vecinos de Sant Joan que una vez narraban sus sensaciones, finalizaban con una reflexión común: «No se puede hacer nada más, sólo aprender para que no vuelva a pasar. Hay que seguir adelante».
En una de las tiendas, el cajero, a la vez que cobraba los importes correspondientes, comentaba con sus clientes la gravedad de las situaciones vividas en los últimos días. Sobre todo el jueves por la noche, cuando sobre las 22,30 horas algunos vecinos tuvieron que ser desalojados por la cercanía de las llamas.
José Marí aseguraba a última hora de la tarde de ayer que había pasado por un bosque de donde «todavía salía humo». «Incendios ha habido y habrá siempre, pero se trata de cuidar los bosques para intentar evitarlos», realizaba su propio balance sobre la situación.
En cuanto al desarrollo de las operaciones de extinción del fuego, había opiniones para todos los gustos. Algunos ciudadanos, como Vicent Montserrat, se mostraban muy satisfechos con los trabajos realizados: «A última hora del jueves vinieron muchos camiones de bomberos que estaban preparados para actuar si el fuego se acercaba mucho», recordaba. «El trabajo se resolvió muy bien», concretaba Montserrat, que en otro sentido reconocía su tristeza al pasar por las zonas afectadas.
Otros, como Pilar Marí, se mostraban disconformes con el trabajo de los profesionales. «Yo entiendo que el trato no puede ser personalizado, éramos muchos los propietarios desalojados, pero sentimos mucha impotencia. Yo creo que se dio mucha desorganización también».