Más de medio año ha tenido que pasar para que trascienda algo concreto de los ocho testimonios que figuran en el caso de los presuntos abusos que pesan sobre el director del colegio Can Bonet de Sant Antoni, el sacerdote Josep Lluis Mollà, y para que los menores incluidos dentro de la investigación de la Guardia Civil pasaran por el juzgado para ratificarse o no en los hechos que narraron en su día

Fuentes del caso aseguraron ayer que, de los ocho menores a los que se les tomó declaración (sólo uno de ellos denunció formalmente), siete de ellos afirmaron no sentirse víctimas de abusos o conductas inmorales por parte del docente, aunque sí de correcciones por normas del centro. Todos estos reconocieron que el también párroco de Sant Josep y es Cubells se limitó a colocarles bien los pantalones cuando los vio desarreglados o a gastarles algún tipo de broma en las que hubo un contacto al que no dieron importancia, como pudo ser dar un puñetazo en el estómago de un alumno y alabarle su fortaleza. El único adolescente que ratificó los hechos denunciado indicó que el religioso se había propasado en una de estas correcciones en hechos supuestamente ocurridos en un despacho que habitualmente está con las puertas abiertas y que es compartido por el profesorado.

El director de Can Bonet siempre ha mantenido su inocencia y, de lo poco que ha trascendido sus declaraciones y de la de los testigos, se desprende que ha defendido en todo momento que se limitó, con menor o mayor acierto, a hacer consideraciones a los alumnos, uno de los cuales, el denunciante, estaba considerado como un estudiante problemático.

Apartado del centro por decisión judicial, su abogada tiene previsto ahora, según la información recogida por este periódico, pedir una modificación de la medidas cautelares para que Mollà pueda continuar con su trabajo al menos durante las tardes.