La gran cantidad de lluvia caída entre las ocho de la tarde del viernes y las cuatro de la madrugada del viernes causó un verdadero desastre en Vila, principalmente en el barrio de es Pratet y sus alrededores, donde decenas de establecimientos se pasaron todo la mañana de ayer achicando agua y calculando pérdidas. Los daños son cuantiosos.
Los bomberos no tuvieron un momento de descanso. Casi 40 salidas relacionadas con bajos inundados hasta las siete y media de la tarde de ayer. Lo peor es que las previsiones anuncian nuevas lluvias torrenciales.
Además de los problemas en es Pratet, en la calle Can Escandell reventó una boca de agua, lo que levantó un buen tramo de asfalto. En Sant Rafel, la lluvia acabó por derribar el muro de unos diez metros de altura de un bancal situado junto a la iglesia. Por la mañana, en es Pratet muchos comerciantes achicaban agua cuando, de nuevo, comenzó a llover con fuerza. María Costa Ribas, responsable de Doopies and Cofee, en la calle Bartolomé Vicent Ramón, está de mudanza y tenía mucho material en el suelo. «He perdido todos los ordenadores, porque el agua alcanzó los cinco centímetros».
Al lado, René Mercier, de la boutique de lencería Sensual Concept, no solo ha perdido parte del género y los ordenadores, sino también sus partituras, ya que es músico en la Eivissa Jazz Big Band. En el bar Bide Bide, en pleno corazón de es Pratet, también pasaron toda la mañana achicando agua. «Hacía años que no pasaba algo así», señaló uno de sus responsables. Lo mismo destacó la presidenta de la Asociación de Vecinos de este barrio, Carmen Cárcel: «En 18 años que llevo aquí nunca había visto algo así». Por su parte, desde el Ayuntamiento señalaron que «no consta que se haya producido la rotura de ninguna tubería, lo que ha ocurrido es que con la cantidad de agua que ha caído han rebosado las alcantarillas».
Por la noche, en la rotonda del puente elevado de Jesús, el agua alcanzó gran altura, tanta que un coche del Cuerpo Nacional de Policía quedó atrapado y los dos agentes tuvieron que abandonarlo y salir prácticamente a nado. Escenas similares se vieron en la rotonda de entrada a Vila por la carretera de Santa Eulària, donde, según algunos testigos, el agua alcanzó casi el metro de altura.