Laboratorio descubierto en Buenos Aires en el que el grupo al que, supuestamente, pertenecía el ibicenco producía la droga.

Nada se sabía del ibicenco Francisco Ribas Rocher desde que, el 6 de junio del año 2000, la Sección Primera de la Audiencia Provincial lo condenara a de nueve años por tráfico de drogas.

Según se explica en la sentencia, el 22 de julio de 1999, cuando los agentes irrumpieron en la casa de Sant Agustí en la que se encontraba este hombre junto con otros miembros de su familia, Francisco lanzó la droga por una ventana que daba a un patio. Los agentes encontraron 2.059,63 gramos de cocaína de una pureza del 79 por ciento, una cantidad que la Justicia valoró entonces en 12.010.000 pesetas, es decir, 72.289,15 euros. Cuando irrumpieron en la casa, los investigadores también encontraron la suma de 4.100.000 pesetas (24.698,79) «obtenidas con la venta de dicha sustancia estupefaciente a terceras personas».

Ante este panorama, Francisco Ribas, hoy de 45 años de edad, decidió poner tierra de por medio y convertirse en un prófugo de la Justicia española, recordaron ayer fuentes jurídicas. Además de la pena de cárcel, la Audiencia Provincial le puso una sanción de 30.000.0000 de pesetas (180.072 euros).

Su reaparición ha sido sonada. Según la prensa local de Buenos Aires, Ribas fue detenido el 26 de septiembre en su casa de las calles Suipacha y Viamonte, en pleno centro de Buenos Aires. En el piso se hallaron 21.000 pastillas de metiolina, un derivado de la metaanfetamina, y material para elaborar 100.000 pastillas más.