Un total de 170 niños nepalíes, 32 de ellos huérfanos, necesitan la ayuda de todos los ibicencos para poder reconstruir la escuela en la que estudiaban antes de que ésta se derrumbara a causa del terrible terremoto que asoló su país en abril de este año. 

Para lograrlo, la organización sin ánimo de lucro Amavida, que también trabaja con los más desfavorecidos de la India, se ha puesto muy enserio manos a la obra para lograrlo. Desde hace varios meses está llevando a cabo distintas campañas para recaudar fondos y su esfuerzo ha merecido la pena ya que están a 2.500 euros de conseguir la cantidad que han presupuestado para levantar la escuela y un orfanato en la zona rural de Nala, a unos 20 kilómetros de la capital de Nepal, Katmandú.

Una cantidad que bien podría completarse gracias al evento solidario que han organizado para este viernes en el Teatro Pereyra de Eivissa. Desde las 20.30 y hasta las 23.30 horas pasarán por este mítico local de la Marina Gina Segura con un espectáculo de clown, Josue Bolaños con uno de malabares y magia, Rubén Molina con sus monólogos y Verónica San Juan, con un recital de flamenco. Según explicaron ayer a este periódico dos de los organizadores Ana Katum y Fernando Roldán, «todos los artistas participan de forma gratuita, la entrada no cuesta dinero y sólo al final de la gala cada espectador donará lo que considere oportuno». Además, se pondrá a la venta lotería de Amavida, calendarios y camisetas para recaudar los mayores fondos posibles.

Ayuda en primera persona

Tras la gala, 13 miembros de la asociación Amavida empezarán a preparar su mochilas para viajar el próximo 29 de diciembre a Nepal. La intención es, según la organización, poder ayudar durante tres semanas y en primera persona tanto en los trabajos de reconstrucción de los edificios como psicológicamente con los niños que lo han perdido todo en el terremoto. Por ello, el equipo que saldrá desde Eivissa está compuesto por técnicos de mantenimiento, electricistas, especialistas en botánica y medio ambiente para enseñar a los niños a cultivar su propio huerto e, incluso, expertas en conseguir que los niños vuelvan a sonreír después de fuertes traumas. «Nos hemos visto desbordados ante el interés de los ibicencos, tanto que, con todo el dolor de nuestro corazón, hemos tenido que decir a gente que no esta vez no podía viajar con nosotros», comenta Ana mientras inmediatamente sonríe y promete que habrá «una segunda convocatoria».