El agroturismo Atzaró volvió a acoger ayer durante todo el día una nueva edición del Healing Ibiza, un evento que fundamentalmente se podría definir como un día de espiritualidad completa para toda la familia.

Y es que desde que se cruza la puerta del agroturismo parece que todo está condicionado para dejar las malas vibraciones fuera. Tras pagar el precio de la entrada y que sirve para que la asociación que organiza el evento lo destine «a promover programas positivos que se llevan a cabo en Ibiza», distintos carteles invitan al asistente a disfrutar del amor, a creer en los milagros, a creer en un cambio de vida o a sonreir. Incluso, antes de que comiencen las múltiples actividades previstas durante todo el día, se invitó a participar en una ceremonia de bienvenida en inglés en la que la mayor parte de los asistentes unieron sus manos, cerraron sus ojos, se conectaron entre sí y se dieron múltiples abrazos y besos para transmitir su felicidad por encontrarse allí.

Después, a las 12.30 horas comenzaron las múltiples actividades que se ofertaban y que estaban distribuidas en el agroturismo por zonas. Algunas de las más exitosas fueron las destinadas a los masajes, donde una veintena de terapeutas llegados de todas partes del mundo ofrecen sesiones de Reiki, Thai, Shiatsu o reflexología, o las de yoga, acro yoga, Qi Gong o Tai Chi, que se impartieron en la zona bautizada como Energy Zone, una de las tres nuevas junto a las de Live Art y Healing Inmersion.

Clásicos y zona infantil

Tampoco faltaron clásicos de otras ediciones como las zonas destinadas al Tarot y las runas con videntes también llegados de todas partes de la isla, o el Meditation garden, un lugar donde poder descansar sobre la cuidada hierba del agroturismo para escuchar música acústica en vivo o incluso unirse a una de las sesiones de meditación de tres cuartos de hora que se celebraban cada hora en punto. Además, también se impartieron talleres especializados, divididos en dos áreas, uno para Dance & Embodiment y otro para Inspiring Workshops.

Junto a ello, también hubo una zona infantil con personas y animadores al cuidado de los más pequeños y, distintos puestos a modo de mercadillo donde se podían comprar productos muy diversos como instrumentos musicales artesanales, pulseras, collares, jabones naturales ecologicos sin colorantes, carteles de la calle de la alegría ropa, cosmética medicinal artesana, cuencos y banderas tibetanas, libros de autoayuda y de religiones e, incluso, una lámpara solar que proporciona ocho horas de luz de modo completamente ecológico. La felicidad en estado puro.