Enrique, un joven madrileño de 23 años, causó una gran impresión en First Dates, el conocido restaurante del amor de Cuatro, no solo por su llegada al local sin manos libres debido a que traía consigo una flauta travesera y una partitura, sino también por su declaración de ser un amante de la música clásica y el arte. Este estudiante de Ingeniería de Diseño Industrial, que se define a sí mismo como «un señor mayor en un cuerpo de joven» y es apodado 'El Barroco' por sus amigos, acudió al programa en busca de una pareja que compartiera sus intereses por la música y el arte.

Desde el principio, Enrique dejó claro que su vida gira en torno a la música, afirmando que toca tres instrumentos: la flauta, la trompeta y la trompa. Además, sorprendió al presentador Carlos Sobera y al público al revelar que había llevado un regalo especial para su cita, una pieza única creada en una impresora digital que representaba el corazón de First Dates, acompañado de un mensaje secreto.

Sin embargo, la cita no comenzó con buen pie cuando Paola, una estudiante de Filología Hispánica de Toledo, expresó su desinterés por el regalo, considerándolo «excesivo» y señalando que le hacía ver a Enrique como alguien demasiado enamoradizo antes incluso de conocerlo. Aunque Enrique intentó impresionarla con su personalidad curiosa y sus aficiones, pronto quedó claro que no compartían las mismas pasiones.

A lo largo de la cena, se evidenció la falta de química entre ambos. Paola esperaba a un músico de un estilo completamente diferente, alguien más inclinado hacia el rock y la guitarra eléctrica, y no pudo ocultar su decepción al descubrir que Enrique era un virtuoso de la flauta travesera. Además, la revelación de Enrique sobre su inexperiencia en relaciones íntimas dejó a Paola aún más sorprendida, marcando un punto de no retorno para la toledana. «Estoy flipando. Yo soy muy activa y no quiero tener que enseñar a nadie», dijo.

El momento más emblemático de la noche llegó cuando Enrique, buscando salvar la cita, tocó una melodía de La Bella y la Bestia con su flauta en el reservado del restaurante, un gesto que, lejos de acercarlos, solo aumentó el desinterés de Paola, quien se cuestionó cómo salir de la situación incómoda en la que se encontraba.

Finalmente, ambos coincidieron en no desear una segunda cita, sellando el destino de una de las veladas más inusuales de First Dates. Enrique y Paola se despidieron sin resentimientos, pero con la certeza de que su búsqueda del amor tendría que continuar por caminos separados, dejando tras de sí una historia de expectativas no cumplidas y la difícil tarea de encontrar a alguien compatible en el complejo mundo del amor moderno.