Ariel Ibagaza celebra uno de los dos goles que marcó ayer ante el Levante. Foto: MONSERRAT

Sin hacer nada del otro mundo, el Mallorca abrió el libro de la Liga con una plácida goleada, un triunfo más cómodo de lo esperado, que justifica los elogios esparcidos durante la pretemporada y que trunca el maleficio de los estrenos. Desde aquella añeja victoria ante el Valencia de hace ya una década, en los albores de la campaña 97-98, el grupo bermellón no entraba en el campeonato con tanta fuerza ni con los tres puntos en el zurrón. El debut salió tan redondo que la afición se pasó el último cuarto de hora rogando otro gol para acostarse líder en la primera jornada del campeonato. Y Ariel Ibagaza, pichichi provisional...El mundo al revés.

El Mallorca se desenvolvió con una soltura sorprendente en el segundo mejor inicio de su historia en Primera División. Sólo en la temporada 62-63 (5-0 al Málaga) había arrancado el campeonato con una victoria tan contundente. Ese año, eso sí, acabó descendiendo a Segunda....

Se mostró como un equipo competitivo y exhibió una pegada escondida en algún cajón del vestuario desde la marcha de Samuel Etoo. Por fin Ibagaza tiene a alguien con quien compenetrarse, que le entienda. El Caño ha encontrado en el jerezano Güiza a un nuevo socio y forman una sociedad que promete tardes de gloria.

Bien trabajado, serio en todas sus líneas, no necesitó exprimir todo su talento para apartar del camino a un Levante extrañamente encogido desde el primer minuto, y que se limitó a acumular hombres en las narices de Storari. Deberá rejuvenecer la caseta antes de que el viernes se cierre el plazo de fichajes si quiere respirar con cierta suficiencia durante esta travesía.

Manzano y su grupo supieron leer el duelo con criterio. Jugaron con inteligencia, no se desesperó ante la racanería de su rival y comenzó a encerrarlo en su parcela a base de acciones de estrategia. De un penalti cometido a Tuni (la gran sorpresa del equipo titular) nació el primero de la tarde. No hacer mucho y ganar está reservado sólo a los conjuntos elegidos para luchar en la zona noble de la clasificación. Y eso es lo que hizo ayer el Mallorca, al que se le intuyen hechuras de buen equipo.

El bloque de este año tiene equilibrio entre el aspecto defensivo y ofensivo. Atrás muestra la fiabilidad de antaño y está bien armado ofensivamente. Y tiene al mejor Ibagaza. El Caño reparte, manda y, ayer, impuso sus galones al coger el balón y lanzar el penalti. Selló dos goles, toda una hazaña para él, que le dejan como el primer realizador de la temporada.

Al Mallorca le hacía falta un delantero goleador y, por fin, ha aparecido. Güiza es un tipo entregado a la causa. Cuando todo el mundo apostaba por la prudencia, por reservarle para evitar una recaída de su lesión, el jerezano reclamaba a los cuatro vientos su deseo de jugar.

El ariete va a dar que hablar porque ha llegado a la Isla con ánimo de revancha, un hambre de triunfo y genera ilusión. Y si tienes calidad e ilusión, no hace falta mucho más. Su compañero en las trincheras enemigas, Webó, también se fajó con fe y con el cuchillo entre los dientes.

Los agoreros apelarán a la flaqueza del Levante para restar mérito al triunfo, pero el año pasado también desfilaron por aquí equipos de ese pelaje y el Mallorca dobló la rodilla en un puñado de ellos. Y, precisamente, son esos los duelos que hay que ganar para huir del vértigo y asomarse a la superficie con solvencia.

La pretemporada le ha servido al equipo bermellón para cargar su depósito y alterar la dinámica derrotista de los últimos tiempos. Al Mallorca se le ve un equipo sin urgencias, que domina los tiempos. Ayer dio la sensación de que en cualquier momento podía meterle mano al Levante. No hubo espacios para la brillantez, pero sí para la inteligencia. Después de encajar el primer gol, el grupo de Abel se estiró y cuando comenzaba a crear problemas, bien resueltos por Miquel Angel Moyà -otro que ha ganado por la competencia- solucionó el encuentro en dos contras. Un balón largo, una prolongación de Webó y una definición de lujo de Güiza para el 2-0 y una contra enorme de Jonás que remachó Ibagaza para echar el lazo a la victoria.

Más allá del triunfo, de la pegada de Güiza o el talento de Ibagaza, se pueden extraer las primeras conclusiones del torneo. Una de ellas, quizás la más notoria, es la suplencia de Arango. Los fichajes han dotado al grupo de una competitividad que carecía el pasado año y, de momento, el venezolano parece no tener hueco entre los once de Manzano. Lejos de agachar la cabeza, de entregarse a la desidia, el venezolano pisó la arena con las pulsaciones reactivadas y mostró más actitud en unos minutos que en la mayoría de los partidos de la pasada campaña. Quizás porque en la grada se encontraba su representante... En eso también ha ganado el Mallorca.