Oliver Mendoza (Eivissa, 1981) vuelve a cruzar el charco. El futbolista ibicenco, que hace dos temporadas viajó hasta las Antillas Holandesas para militar en el Hubentud Fortuna de Curaçao, se prepara ahora para hacer de nuevo las Américas, en este caso en la República Dominicana. Oliver ha fichado por La Academia Instituto Iberia de Santiago, club que acaba de ascender a Primera División y que dirige el español Juan Carlos Vidal. «Me apetece seguir experimentado y ver hasta dónde puedo llegar, no sólo como futbolista, porque al fin y al cabo ya sé que mucho más lejos no llegaré, sino también como persona. El fútbol ahí todavía es algo modesto y casi todos los jugadores que destacan salen fuera del país, pero me consta que se está haciendo un esfuerzo para subir el nivel», declara el jugador, que se incorporará a su nuevo club el 4 de febrero.
La carrera de Oliver está llena de altibajos. Hace ya casi quince años recaló en edad cadete en el Real Madrid, donde coincidió con Iker Casillas. La mala suerte y las lesiones, una pesadilla constante a lo largo de su trayectoria deportiva, le llevaron por otros derroteros, llegando a jugar en los sitios más dispares: Andorra, Portugal, Venezuela, las Antillas Holandesas o, ahora, la República Dominicana. «Tras mi paso por el Hubentud Fortuna decidí colgar las botas y, la pasada temporada, fui entrenador del Atlético Isleño juvenil. Sin embargo, Juan Carlos, que me vio jugar cuando estuve en Curaçao, me ofreció la oportunidad de recalar en su club como jugador del primer equipo y entrenador de las categorías inferiores y la verdad es que su oferta me llegó en un momento en el que me apetecía un cambio, por lo que he acabado aceptando», añade.
Uno de los motivos principales que le convencieron para moverse a la isla caribeña es la añoranza de su etapa en las Antillas Holandesas. «Cuando estuve ahí me gustó mucho el clima y, sobre todo, la gente. Allí, con muy poquito, son felices y eso que el Hubentud Fortuna era el club de una zona marginal y que los niños a los que entrenaba no tenían ni zapatillas. Pero nunca se quejaban y siempre llegaban sonrientes y contentos a los entrenamientos. En el Caribe se vive de otra manera y el carácter de su gente me atrae mucho», dice.
Fútbol
Oliver, el futbolista errante
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