Imagen del interior del aeropuerto de Palma. | Redacción Local

El pasaporte de vacunación contra la COVID-19 se presenta como una de las grandes esperanzas para poder reactivar el turismo. Sin embargo, algunos sectores han puesto de manifiesto que este documento tiene pros y contras.

La presidenta del Govern, Francina Armengol, ha considerado que el pasaporte de vacunación «es un instrumento en el que está trabajando el Gobierno de España y nosotros hemos propuesto que Baleares sea donde empiece a funcionar inicialmente». En este sentido, ha precisado que «apostamos por que la movilidad y la reapetura sean pactadas, seguras y compartidas».

A su entender, «la estrategia no sólo tiene que ser con vacunación, sino también con corredores seguros, entre territorios con incidencia acumulada semejante».

La presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, María Frontera, señala que «el certificado de vacunación es un debate que está en la calle y en las instituciones europeas por parte de los países con interés turísticos». En este sentido, precisa que «cualquier instrumento que contribuya a la reactivación, pero sin ser discriminatorio y por supuesto garantice la seguridad sanitaria, bienvenido sea».

El presidente del Colegio de Médicos de Baleares, José Manuel Valverde, señala tiene pros y contras. Entre los contras, explica que «lo que han demostrado las vacunas es que reducen el riesgo de hospitalización, pero no se ha demostrado que eviten contagios». Además, precisa que las vacunas no son eficaces para todas las variantes. En este sentido, pone como ejemplo que la de AstraZéneca no lo es contra la cepa sudafricana y plantea que habría que indicarlo en el pasaporte de vacunación. También añade que podría haber fraudes y mafias para facilitar estos pasaportes; al tiempo que podría ser discriminatorio porque las personas con el pasaporte de vacunación tendrían más posibilidades para viajar e incluso para encontrar un empleo.

Sin embargo, Valverde defiende que el pasaporte de vacunación también tiene ventajas como que sería un incentivo para vacunarse, así como que podría representar incluso una oportunidad para que algunas personas accediesen a un empleo. En el caso concreto de Baleares señala que podría normalizar el turismo al facilitar el acceso de los viajeros.

Teniendo en cuenta los pros y contras, confiesa que «viviendo en Baleares me gustaría que hubiese algo parecido a un pasaporte de vacunación porque es vital que este verano tengamos un porcentaje importante de población vacunada y podamos acoger libremente turistas porque nos jugamos la economía de la comunidad».

El presidente de Aeca, Felipe Navío, considera que «para saber si una persona ha sido vacunada sería bueno tener algún certificado o pasaporte sanitario para tranquilidad de todos». Ademas, propone que sea lo más «armónico» posible, al menos en la Unión Europea, con la finalidad de no tener que llevar varios documentos.

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Navío insiste en que la vacunación se debe intensificar para contrarrestar los contagios de coronavirus. «Mientras más vacunación se realice mejor podremos contrarrestar la propagación del virus», destaca.

El especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública, Joan Carles March, explica que «el pasaporte vacunal sobre COVID-19 es una manera de recuperar la deseada actividad económica y social de una forma segura, según algunos expertos. Del otro lado, hay quien opina que otorgar más o menos derechos en función de si se está o no vacunado es discriminatorio, y que no se dispone de suficiente evidencia científica sobre la eficacia de las vacunas como para dar más libertad a aquellos que la han recibido. Además, de reticencias científicas añado las éticas».

A su modo de ver, «introducir estos pasaportes, con el desigual reparto de las vacunas en el mundo, haría que la ciudadanía que no están teniendo acceso a ellas verían obstaculizada injustamente la libertad de movimiento. La restricción de los derechos individuales que puede suponer el no estar en posesión de uno de estos pasaportes es, precisamente otro problema. La privacidad de la información contenida en estas aplicaciones es otra de las preocupaciones. Si comporta una limitación de derechos tiene que existir un desarrollo legal que lo permita». March ve «más problemas que ventajas, aunque sé que comunidades como Baleares quiere plantearlo por los supuestos beneficios en el sector del turismo».

La presidenta de la CAEB, Carmen Planas, defiende que «Baleares tiene que estar al frente de la reapertura turística en España y, de ahí, nuestro posicionamiento a favor del pasaporte de vacunación, que garantizaría que todos los turistas que llegan al Archipiélago están inmunizados contra la COVID-19 y, por tanto, el buen desarrollo de la actividad turística, tan necesaria para la economía de nuestras islas, así como para el empleo y el bienestar de todos los ciudadanos de Baleares».

A su modo de ver, «el pasaporte de vacunación es la mejor forma de evitar una cuarta ola de la pandemia y, también, de no cerrar fronteras, circunstancias que arruinarían no solo la temporada alta veraniega, sino que perjudicaría de forma extraordinaria las necesidades no solo del sector turístico balear sino, de forma global, al conjunto de la economía de las Islas.

Por ello, desde CAEB consideran «irrenunciable la temporada turística, no podemos permitirnos repetir una temporada fallida como la de del 2020 y, por eso, exigimos un trato preferente por parte del Gobierno central al ser la comunidad más afectada por esta crisis ya que la caída del PIB balear multiplica por dos la media nacional». En definitica, sostiene que «el pasaporte de vacunación serviría para evitar una nueva contracción de la actividad turística, de la que, no olvidemos, depende en gran medida no solo la actividad de la economía balear, sino, también el bienestar de los ciudadanos de las Islas».

El presidente de Simebal, Miquel Lázaro, sostiene que «lo que hay que hacer es conseguir una inmunizaciçon del 80 %». Una vez conseguido esto, es partidario de implantar un pasaporte de vacunación digital con la finalidad de evitar que se formen colas, que puedan dar lugar a la propagación del virus».

El presidente de PIMEM, Jordi Mora, considera que aún es pronto para abordar este asunto, ya que tiene que haber un acuerdo de movilidad entre los países de la Unión Europea; recuerda que el año pasado no llegó a producirse.

Mora considera que además de la opción de tener un pasaporte de vacunación y someterse a un test de antígenos para poder viajar se tendrá que poner en marcha otra opción, ya que en verano aún habrá un porcentaje importante de la población que no estará vacunado.