Chiara y Tonya posan en el Café Groc. | THOR SCHOOF

Iba a ser un viaje para desconectar pero no lo fue. La ucraniana Antonina Savchenko, Tonya para los amigos, se encontraba en Mallorca en febrero de 2022 con su hijo Timur, de nueve meses, cuando las tropas rusas invadieron su país. Toda su vida cambió. Tonya no ha podido volver a su casa, en Kiev.

Ahora su hijo tiene dos años, el mismo tiempo que esta familia refugiada vive en Mallorca. Para sobrevivir mes a mes, regenta junto a una amiga una cafetería en el Pueblo Español. Ha luchado sola y sigue haciéndolo, todos los días. Cuando habla de la guerra, se le hace un nudo en la garganta. Su mirada se desvía para ocultar sus ojos enrojecidos y llenos de lágrimas.

Su periplo hasta llegar a este final feliz comienza con la búsqueda de un hotel para alojarse, ya que cuando estalló la guerra no pudieron regresar a Ucrania. Con su mochila a la espalda y su hijo en brazos, no sabía dónde dormir. Encontró ayuda en un grupo de Facebook para ucranianos residentes en España. Una mujer desconocida la llamó y le buscó alojamiento. «Nos quedamos dos noches con un rumano en Alcúdia», recuerda. Después se organizó ayuda oficial en Mallorca para los ucranianos desamparados.

En una lavandería conoció a una italiana llamada Chiara Bossi.«Me dijo que mi hijo y yo nos mudáramos con ella». Tonya lo cuenta muy emocionada porque dice que ha sido muy complicado encontrar piso en Palma. «¿Quién alquilaría a una madre soltera que viene de Ucrania?», dice .

Pero al poco, su compañera Chiara tuvo una idea: montar un negocio juntas. Se lanzó a la piscina y montaron Café Groc. Al poco tiempo, Tonya y su hijo se mudaron a un piso en El Terreno. Este verano dice que ha podido viajar por fin a Ucrania para visitar a su familia. «Me encantaría traer a mis padres», confiesa. Cuando se le pregunta por su futuro, asegura:«¿Quién sabe lo que nos deparará el futuro? Yo vivo el día a día. Estamos contentos de estar aquí. Yo no soy valiente, lo son los ucranianos que se han quedado».