Pardela cenicienta (Calonectris diomedea). | Víctor Paris

Las áreas protegidas no son capaces, por sí solas, de revertir la pérdida de diversidad biológica según revela un nuevo estudio liderado por investigadores del Institut Mediterrani d'Estudis Avançats (IMEDEA-CSIC-UIB) en colaboración con el Centro de Investigación para el Cambio Ecológico de la Universidad de Helsinki (Finlandia) sobre los efectos de las reservas naturales protegidas.

El estudio, realizado a lo largo de cuatro décadas y que ha evaluado 638 especies animales, concluye que aunque las áreas protegidas se consideran esenciales para combatir la disminución de biodiversidad, tan sólo una pequeña proporción de las aves, mamíferos, plantas y fitoplancton estudiados se beneficia explícitamente de la protección en las mismas.

En el mejor de los casos, añaden los investigadores, estas reservas naturales logran una desaceleración del declive poblacional de algunas especies, aunque este efecto no es uniforme en todas ellas, por lo que resulta una solución incompleta y parcial.

Los resultados indican que el tamaño del área y el tiempo de aplicación de las medidas de protección son factores cruciales para mejorar los resultados en términos de conservación, y que este impacto positivo se observa de manera general en diversas especies, independientemente de su estado de amenaza o de sus rasgos particulares, siendo más evidente en mamíferos, plantas y fitoplancton.

El estudio indica que, aunque las áreas protegidas son valiosas para proteger especies, hábitats y ecosistemas sometidas a constantes cambios debidos a factores globales, requieren una atención cuidadosa por lo que hace un llamamiento urgente a la comunidad científica y a los responsables de políticas ambientales.

En este sentido, subraya la necesidad apremiante de medidas concretas como ampliar las áreas protegidas, mejorar su conectividad y afinar su gestión, así como realizar evaluaciones rigurosas de su efectividad, a fin de maximizar su impacto en la conservación de la biodiversidad.

"Nuestros hallazgos no deben desalentarnos de establecer áreas protegidas. Más bien al contrario, demuestran que estas áreas nos proporcionarán un tiempo precioso para contrarrestar la rápida pérdida de especies. Proteger un área ayudará a frenar la pérdida local de muchas especies, pero al mismo tiempo, no podemos detener la pérdida de especies simplemente reservando pequeños fragmentos de tierra aquí y allá y esperar resultados milagrosos", detalla Andrea Santangeli, autor principal del estudio.