Varias vitrinas con una muestra de lo que dejó en Eivissa el mundo islámico.

Cuando se inauguró el día 5 no tuve oportunidad de ver el Centre d'Interpretación Madina Yabisah, ubicado en la recién restaurada Casa de la Cúria, en la plaza de la Catedral, en cuya rehabilitación se han invertido dos millones de euros. Así que el pasado miércoles, aprovechando que tuve que subir a una rueda de prensa en Can Botino, en una excesivamente calurosa mañana para la época (si el termómetro sigue así, no sé cómo aguantaremos en agosto), me acerqué por allí; en parte por interés informativo y también porque la época musulmana de esta isla me interesa bastante, sobre todo porque parece un tanto silenciada en relación con la abundante información que existe de otras etapas históricas. Como si se renegase de ella, cuando me parece que tiene un notable peso específico que debería ser conocido y reconocido.

La visita mereció mucho la pena, y agradezco desde aquí la amable y paciente ayuda que me brindó a tal efecto Jordi Salewski, del equipo del Pla d'Excel·lència; como, después por teléfono, toda la información que me suministró Rosa Gurrea, arqueóloga del Ayuntamiento de Eivissa, un activo importante en la organización y presentación de este centro, que forma parte del proyecto global de museización de Dalt Vila.

El pretexto para ubicar en la Casa de la Cúria esta exposición es porque por ella pasa un tramo de la muralla árabe. «Por eso nos pareció oportuno recrear el mundo árabe con cuatro datos generales y luego centrarnos en lo que fue en Eivissa. Así, primero hay un audiovisual de introducción a lo que fue el Islam, seguido de planos grandes en lo que se muestra cómo se expande y cómo llega a Eivissa, con su división administrativa en cuartones». Una vez en la sala principal, lo que llama primero la atención es el tramo de muralla árabe, resaltando con un panel y planos a qué tramo corresponde de la ciudad. «En una vitrina hay copias de dos piezas islámicas que aparecieron en las excavaciones de la Ronda Calvi, cuyos originales están en el Museu Arqueològic: un anafe y un candil verde, más cerámicas de las excavaciones de la Casa de la Cúria de distintas épocas».

En otras vitrinas se muestran recuerdos de todo lo que trajo a la isla el mundo islámico, aparte de la religión (representada por un Corán antiguo); la economía, la ciencia (con un astrolabio, un ajedrez), o el comercio de especias (con varios tarros). Asimismo, se muestran en una pantalla unos dibujos sobre cómo se creó la ciudad árabe, con recintos y casas.

En otra sala podemos ver uno de los elementos que más llaman la atención, una maqueta de Dalt Vila con haces de luces que enfocan distintas áreas. «Nos propusieron hacer la maqueta, y al final nos atrevimos tras una serie de dudas. Y la verdad es que tiene mucha gracia; a la gente le gusta mucho. No es sólo de la Eivissa árabe, sino que da un repaso a toda la historia de la ciudad, desde los fenicios a la época actual. Se cuenta todo en el audiovisual de esta sala», informó la arqueóloga del Ayuntamiento de Eivissa.

Algo singular resulta el color de la luz del conjunto, un tono rosado que puede chocar al principio, pero que luego te va envolviendo en un ambiente relajante, gracias también a una sugerente banda sonora de música como andalusí. Un color, en cualquier caso, que -apuntó Rosa Gurrea- se puede cambiar, si no termina de agradar a los visitantes.

Si uno se fija bien, el Centre d'Interpretació Madina Yabisah (nombre árabe de la ciudad de Eivissa) no es muy grande, pero está muy bien aprovechado gracias a echarle imaginación y gracia para que resulte didáctico a la vez que ameno.

Por ejemplo , en la escalera hay tres pantallas de vídeo «para la gente que se quiera entretener», subrayó Rosa Gurrea. En una se muestran imágenes y documentación de la última excavación de la Casa de la Cúria, «con fotos de todo el proceso»; otra está dedicada a la lápida (¿romana?) que se encontró, con la transcripción del texto; y la tercera, «al desglose del dibujo del alzado de Calvi, que luego se redibujó para cada uno de los paños de la muralla renacentista».

También sorprende gratamente una especie de amplio pozo correspondiente a las últimas excavaciones arqueológicas en el que hay suspendido a distintas alturas una serie de objetos de distintas épocas. «Simula una rejilla arqueológica que sirve para explicar cómo van hallándose las piezas en distintos niveles». El centro se completa «con unos kioscos informáticos, en los que se muestra la muralla renacentista; pero estamos preparando una producción sobre documentación arqueológica», concluyó Gurrea.

Sí, faltan aún algunos detalles, pero el conjunto merece con creces una visita sin prisas. No se arrepentirá.