El actor Borja Tous, ayer, posa en las inmediaciones de Ultima Hora.

La obra sucede en Polonia y la protagonizan una pareja de altos ejecutivos en el primer domingo libre que comparten. La majoria dels suïcidis són en diumenge está protagonizada por Borja Tous y Mercé Martínez. La formación teatral de Tous se inició en Institut del Teatre de Barcelona y, tras trasladarse a vivir a Eivissa hace un año y medio, llega por primera vez a los escenarios ibicencos para presentar esta comedia dramática que estará de gira hasta abril. «Espero que el público venga a ver la obra porque pasarán un buen rato», aseguró ayer.

-¿Cómo definiría a su personaje, Nikodem?
-Tanto Nikodem como Clara vienen del campo y han llegado a la ciudad, tras haber sido educados en unos valores que ahora no les interesan para nada y que les parecen innecesarios, como la familia. A ellos sólo les interesa ganar dinero y triunfar a toda costa. Eso les convierte, desde mi punto de vista, en gente muy triste. Nikodem es un tío hiperactivo, que no sabe estar quieto o en silencio. Es un tipo gracioso, e incluso un poco payaso.

-¿Se parecen ustedes dos?
-Poco. Al principio de los ensayos me tuve que poner las pilas para mantener el ritmo de una persona que no sabe parar de hacer cosas. Luego la obra tiene momentos tranquilos, porque entramos en momentos dramáticos bastante potentes. Pero, desde luego, la presentación del personaje es bastante hilarante.

-Son lo que se conoce como 'workaholics'...
-Sí, el estrés es la enfermedad del siglo XXI. Su adicción al trabajo tiene que ver con una generación, sobre todo en Polonia, que ha roto con unos valores que te transmiten cierta tranquilidad y vinculados a su pasado comunista. Así como existe gente que se evade a través de sus hobbies, para ellos la máxima expresión de la evasión es su trabajo. No tienen ni tiempo para hacer el amor.

-¿Tampoco tienen tiempo para hablar de sus cosas?
-Es una pareja que lleva poco tiempo y, de alguna manera, sólo se han enseñado la cara bonita. Este primer domingo empieza a desvelar ciertas cosas que no se han contado.

-¿Cree que la autora pretende, de alguna manera, transmitir la idea de que la sociedad moderna destruye las relaciones?
-No es que las destruya, pero sí que es verdad que muchas veces estamos saturados de trabajo. Las personas tienden a identificarse mucho con su trabajo, y no es que eso esté mal, pero sí que, esta vorágine, esta locura en la que vivimos hoy en día les quita calidad en sus relaciones.

-La autora, Anna Burzynska, ha reconocido una influencia de Almodóvar en su obra, ¿en qué aspectos se aprecia la influencia del director manchego?
-Es cierto que ella es una gran admiradora de Almodóvar pero Jordi Vilà no ha tenido interés en trabajar la parte estética almodovariana. Pero sí que, por ejemplo, a pesar de que los personajes están en una situación límite, se preocupan por cosas muy superficiales. Ahí es donde entra el elemento de comedia almodovariana.

-Entonces, ¿la catalogaría como comedia?
-Nosotros la leímos e, instantáneamente, supimos que debía ser una comedia y que debía tener un ritmo de comedia. Sí que es verdad, que a la hora de hacerla nos metíamos en momentos muy dramáticos, de los que se sale de manera muy rápida.

-¿Por qué cree que la gente odia tanto los domingos?
-Está claro que los workaholics los odian porque tienen libre. Yo prefiero los domingos a los lunes. También depende de cómo sea tu vida. Si te gusta tu trabajo y te lo pasas bien, el domingo es un día de relax y que hace que la perspectiva no sea tan dura.

-¿Es difícil trabajar en una obra en la que el peso interpretativo recae sobre dos personajes?
-Creo que es la vez en la que tengo más protagonismo en una obra de teatro. En esta ocasión creo que sólo tengo, en dos momentos, algunos segundos en los que me da tiempo a beber un poco de agua y volver a salir al escenario. Por eso dependemos mucho de mirarnos, de escucharnos, salir relajado al escenario. A medida que la vas haciendo ya sabes por dónde tiene que pasar y la conoces mejor.

-Está afincado en Eivissa desde hace algún tiempo, ¿cómo se mantiene la carrera de un actor lejos de Madrid o Barcelona?
-Hace un año y medio me trasladé aquí para disfrutar de la calidad de vida que ofrece la isla. Por suerte, está muy bien conectada y, como no te llaman de un día para otro para trabajar, puedo permitírmelo.

-¿Sigue con la misma inquietud que cuando empezó?
-Yo comparo el trabajo de un actor con el de un tenista. A veces, nos olvidamos de seguir entrenando. Nunca está de más hacer cursos o buscar un espacio para probar cosas nuevas. Así me voy manteniendo en forma. Un tenista compite, descansa unos días pero luego vuelvo a entrenar.

Un reto interpretativo
Según Borja Tous, «cuando la leí me sorprendió la fluctuación que experimentan los personajes. Y era todo un reto para mí verme en esta situación». A nivel interpretativo, la relación con su compañera de reparto, Mercé Martínez, es inmejorable: «A Mercé no la conocía personalmente. La había visto trabajar en televisión y en teatro y la había visto alguna vez por los pasillos del Institut del Teatre». «La química surgió en seguida», recuerda Tous, que añade, «estuvimos dos meses ensayando y yo estoy la mitad de la obra en calzoncillos así que, mejor que nos caigamos bien (risas)».