En primer término, Jason Bently (i.) y Rob da Bank (d.) se dirigen a David Lynch (a la derecha en la pantalla), ayer, en el Ibiza Gran Hotel. | EVA MEDINA

Aproximadamente un centenar de personas presenció ayer el diálogo que mantuvieron el director de cine, David Lynch; el editor de la revista Pacha, Ben Turner; Jason Bently de la emisora KCRW y el Dj, Rob da Bank con los asistentes al Ibiza International Music Summit (IMS) ayer por la tarde en el Ibiza Gran Hotel.
«Os tenemos», así saludaba el reconocido director de cine al público ibicenco, que respondió con un aplauso el éxito de la conexión vía videoconferencia. Lynch disfrutaba de un café expreso con leche desnatada mientras conversaba desde su estudio situado en Mulholland Drive, en las montañas de Hollywood sobre su faceta como músico. Junto a él estaba Big Dean Hurley, el ingeniero con el que ha masterizado los temas de su próximo proyecto musical.
Haciendo gala de un humor excelente, Lynch repasó la historia de la canción que fue la chispa del primer álbum del artista, que verá la luz en junio y que se compone de una decena de canciones. «Siempre quise tener un estudio de grabación. Siempre me ha encantado el sonido y quise tener un lugar donde experimentar con la música para mis películas. Tiene un ambiente vintage pero está equipado, casi al 100%, con tecnología digital», señalaba el director.
«Las canciones son como cuadros para mí, todas cuentan historias. Existe una escena para cada canción», aseguraba el director, que hacía una analogía entre la creatividad y la pesca: «Los peces pequeñitos nadan en la superficie y, a medida que profundizas, los peces se hacen más y más grandes. Como creador, siempre trato de pescar las mejores ideas. La creación, como la pesca, requiere paciencia y concentración».
Con su faceta cinematográfica algo aparcada, a la espera de una gran idea que desarrollar, la música se ha convertido en su máxima prioridad creativa. Ante la pregunta de Jason Bently sobre si sería posible verle algún día en concierto, el director no dudó en contestar: «Me temo que eso no va a ocurrir, amigo», respuesta que provocó la carcajada generalizada del público. A pesar de no considerarse músico y de creer que no tiene la capacidad para memorizar sus temas, que han nacido de numerosas jam sessions, Lynch asevera: «La música es algo apasionante. Es algo mágico y tengo que agradecer la influencia de Angelo, el compositor con el que he trabajado en muchas de mis películas. La música es algo terapéutico para mí. Creo que es una de las formas artísticas más poderosas del momento».
El sonido que buscaba el director antes de embarcarse en este proyecto era blues moderno. Sin embargo, el disco que prepara destila ritmos folk, indie, electrónicos y que recuerdan a bandas sonoras. Así lo aseguró Bently que, antes de la presentación, reprodujo para los asistentes parte del trabajo del cineasta. «Es un punto de vista fresco», aseguraba el dj Rob da Bank.
El director subrayó que su interés en la música electrónica ha crecido en los últimos años: «Creo que consigue contagiar una locura que te llena de una felicidad física y mental completa, que te permite estar despierto durante días, es algo muy poderoso». El comentario del director desató los aplausos de la audiencia. «Los músicos son almas bellas. Los músicos son geniales, se toman su profesión como algo divertido. Les gusta vivir la vida, trasnochan, se levantan tarde. Son como niños que quieren mejorar el mundo», sentenció el artista antes de despedirse del público ibicenco con un sentido: «Que paséis una gran noche».

Un proyecto que nació de la confusión
La canción que ha iniciado el primer proyecto musical de David Lynch, cuyo título aún es un secreto llegó de manera casual a Jason Bently. «Hace un año recibí dos canciones y me hice un lío. Una de ellas era un tema de Underworld, así que anuncié, en directo, que el tema que presentábamos era de era de esa banda a pesar de que era la nueva canción de David Lynch», confesaba ayer el locutor. Tras la tremenda repercusión que tuvo el tema en los blogs, Bently le prestó más atención y se percató del «magnífico y épico trabajo de música electrónica» en el que trabajaba el director.
Bently le presentó el tema a Ben Turner, que rápidamente se interesó por el proyecto. «Creo que la confusión me ha beneficiado», aseguró el director entre risas.
Tras un encuentro, que se parecía a una película de David Lynch, en uno de los cafés preferidos del director norteamericano en París, los tres decidieron colaborar para que este proyecto diera un salto de calidad. Tan convencidos estaban que, de vuelta en el Eurostar hacia Londres, Turner y Bently ya se estaban gestando el diseño y los remixes que incluiría el single.