De izq. a dcha., Mikel Urmeneta, Andreu Buenafuente, Elena Ruiz y Juan Cruz, ayer, en el Museu Puget.

«En un museo me siento a salvo. No se conoce a nadie que haya muerto en un museo», aseguraba ayer Andreu Buenafuente al principio de la charla que mantuvieron él, el periodista Juan Cruz, el diseñador Mikel Urmeneta y que se encargó de moderar Elena Ruiz Sastre, la directora del Museu Puget, donde se llevó a cabo el evento. El coloquio, que se organizó con motivo del Día Internacional de los Museos, y que tiene como lema este año tiene como lema 'Museos y memoria', nace de un encuentro que se produjo en Eivissa hace algunos años a través de Juan Cruz, que durante el verano de 2006, realizó en Eivissa una serie de entrevistas para la contraportada de El País. «Ahora todos hemos caído en las redes de Juan Cruz», bromeaba Buenafuente, que añadía: «Él es un gran cultivador de amistades».
La charla, se prolongó de una manera distendida durante más de una hora en la que 'Los cuatro del arroz', tal y como se auto-denominan desde aquel primer arroz que los juntó alrededor de una mesa y del que surgió el libro de Juan Cruz Ojalá octubre, que es una biografía novelada de su padre, del que recordó algunos detalles de su vida cotidiana. El título nace de una novela de Truman Capote, que Cruz comenzó a leer en Tenerife, al regresar a casa tras su paso por Eivissa.
La conversación comenzó repasando los mecanismos que se activan al evocar un recuerdo, como el del primer encuentro entre cada uno de ellos y las sensaciones que todos tuvieron. El creador de Kukuxumusu, Mikel Urmeneta rememoraba con estas palabras su primera visita a la Isla: «Conservo un bonito recuerdo de Eivissa. En esa comida que compartimos los cuatro percibí un clima muy especial, que se nota cuando no tienes prisa y vives realmente el presente».
Museos
Fue Elena Ruiz la encargada de redirigir la charla hacia temas artísticos. «Los museos son lugares donde se guarda la memoria de la obra de un pintor», señalaba. «Los museos son como paréntesis. Siento una especie de respeto, de vida sostenida donde todo se para. Pasar una hora en un museo, porque más cuesta de procesar, es algo fantástico», aseguraba Andreu Buenafuente.
Sin embargo, Juan Cruz, que aseguró que tenía una vida «tan desordenada que se parece a un periódico, sin un momento de sosiego», reconoció que él encuentra el descanso y la paz en las librerías y papelerías, «siempre siento como si el curso estuviera a punto de comenzar y aún no me hubieran suspendido nada», comentario que provocó las risas del numeroso público que no quiso perderse este intercambio de experiencias.
Con ayuda del arte
Mikel Urmeneta, que reside en Manhattan, describió el Síndrome de Stendhal que le provocan algunas expresiones artísticas: «Ante algunas obras de arte se me pone un bolo en la garganta y me entran unas ganas enormes de llorar, no sé exactamente por qué». Juan Cruz, pasó a relatar entonces como a él mismo le ocurre algo parecido ante un cuadro de Richard Tadd (conocido como 'el pintor asesino') que cuelga en la Tate Gallery londinense.
Por su parte, Andreu Buenafuente recordó como, una noche antes de que se produjera 'el encuentro del arroz', Urmeneta le animó a seguir pintando, algo que hace de manera autodidacta desde hace tiempo. «Yo le llamo 'El Bosco de Reus'», bromeó el navarro.
Sin embargo, Buenafuente se confesó un gran admirador de Miquel Barceló. «Es mallorquín, pero buena persona», apuntó entre risas y, añadió: «Me gusta lo orgánico, su sentido de lo físico, sus grandes formatos. Me parece un mundo fascinante».
El periodista resaltó que «se está produciendo un atrevimiento de los museos, haciendo dialogar el arte del pasado con el arte del presente. En ese sentido, la explosión que se produjo en el Museo del Prado cuando acogió la obra de Francis Bacon hizo que la dignidad del museo aumentara». En ese sentido, el periodista opina que «este diálogo artístico» favorece la percepción social del arte a lo que Elena Ruiz contestó: «Poner en el mismo tiempo, tiempos memorables distintos, es muy interesante. Hay gente que opina que así se alteran los principios de la ortodoxia museística y, sin embargo, acabas de señalar que eso es algo positivo».
Tras las intervenciones de todos, el público tuvo la oportunidad de participar y aportar su propia visión de todos los asuntos que se trataron durante la charla, lo que hizo del de ayer, otro encuentro para recordar.

La curiosidad como motor para avanzar
«Como sociedad, como país, creo que estamos a años luz de otros países europeos en lo que se refiere a la transmisión del amor por el arte», confesó Buenafuente. Su comentario se desarrolló a lo largo de la charla y, en ese punto, Elena Ruiz quiso apelar a la función didáctica que realizan los museos.
«A nostros nos educaron en nombres propios. Teníamos que aprender la fecha de nacimiento de los autores, pintores, músicos, así como el nombre de sus obras, pero nadie nos enseñó a aprender sus imágenes», aseguró Cruz.
Todos coincidieron en que la curiosidad es esencial a la hora de avanzar en el aprendizaje del arte y en que, el sistema educativo actual en las escuelas, coarta la creatividad de los más pequeños.
«A mí me produce curiosidad saber cuándo y por qué comienzan a sonreír los niños», apuntaba Juan Cruz. Buenafuente, por su parte, aseguró que sentía curiosidad «por cómo será el próximo ciclo histórico, porque siento que estamos cerrando uno». La sorprendente curiosidad de Urmeneta se centra estos días en la mecánica cuántica. «Quizás no existís», aseguraba entre risas, ya que esta rama científica profundiza en las partículas y hace que, hasta la percepción de la realidad, sea cuestionada.
Por su parte, Elena Ruiz citó a la madre del escritor Javier Marías, Lolita, que decía: «De todos los profesores se aprende algo, por lo menos a no ser como ellos».