El conjunto senegalés Djilandiang, ayer, en la Marina tras su llegada a Eivissa, donde ofrecerá varios pases para escolares y adultos. | Marco Torres

Vamos a presentar el espectáculo que se titula Teranga, que en nuestro idioma, el wólof, se traduce como hospitalidad», explicaba ayer Bamba Lamine, el fundador del grupo senegalés Djilandiang, que hoy y mañana actuará en Can Ventosa. Mientras que por las mañanas habrá dos funciones destinadas a escolares; mañana a las 19 horas habrá una función familiar. «Queremos enseñar al público ibicenco la esencia hospitalaria de nuestro país», subrayaba Lamine. Junto a él, sobre el escenario estarán Djoutala Seydi, Momarthioune, Babacar Mbaye, Touty Mane y Lath Mbaye, que escenificarán algunas de las danzas tradicionales más antiguas de su país de origen. «A medida que avanza el espectáculo, Teranga se convierte en un viaje de conocimiento a través de África», señalaba el bailarín.
Máscaras de la buena suerte, danzas que invocan la lluvia, tambores que hablan e historias que hablan de respeto paz y tolerancia son las bases de un espectáculo que pretende ofrecer una mirada a la variedad de etnias y pueblos que componen la república africana de Senegal, a través de los ritmos de percusión tradicionales. El subtítulo del montaje es el El legado de los griots. «Los ‘griots' son los encargados de transmitir la historia, los que nos recuerdan los acontecimientos», apuntaba ayer Lamine, que definía a los griots como «los historiadores de África».
Convivencia
«La primera religión en África es la animista, que cree en la naturaleza, posteriormente se impusieron las religiones musulmanas o cristianas, pero siempre ha conservado las tradiciones animistas», señalaba el fundador de este grupo, cuyo espectáculo servirá para ilustrar al público no sólo sobre la esencia del pueblo senegalés sino del conjunto del continente africano.
«Nos damos cuenta de que la gente no conoce bien África y que sólo ven las noticias que salen en televisión sobre pobreza, guerras y hambre», aseguraba el líder de la formación, que ayer llegó a Eivissa con el resto de miembros del grupo. «Nosotros queremos dar otra visión de África porque nuestro continente también es alegría, hospitalidad, humanidad, comunicación, solidaridad y calor humano».
En su espectáculo también se incluye la danza nupcial de los Manodje. «Allí, para casarse con una mujer, el hombre debe demostrar su coraje llevando hasta siete vacas para la mujer y estos animales tiene que robarlos del corral del padre de su futura esposa», asegura Lamine, que agrega: «Además, la solidaridad africana se demuestra cuando, si un hombre no ha conseguido las vacas suficientes son sus amigos los que le ayudan a conseguir las necesarias para que pueda producirse el enlace».
El cambio interior que se genera en el público tras el espectáculo es casi inmediato, según Baba Lamine, que añade: «Después del espectáculo están todos llenos de alegría y nos esperan para hablar con nosotros, cosa que no hubieran hecho antes por miedo o por desconocimiento. Aquí la gente es muy reticente a comunicarse y eso cambia después de ver Teranga».

Aprendizaje a través de los valores
«Un abuelo ve más lejos sentado que un joven que está de pie», cita Baba Lamine el proverbio senegalés y agrega que: «La gente mayor tiene una enorme importancia en la sociedad africana, así como otros valores como la amistad o la solidaridad y todos ellos están presentes en nuestro espectáculo».
«Para el público, nuestra propuesta se parece a un viaje y les permite experimentar y conocer, como si hubieran ido y vuelto de África en lo que dura Teranga. En realidad, todos los viajes sirven para aprender», concluye Lamine.