Los estilos de ambos artistas no pueden ser más distintos. El australiano muestra bodegones con paisajes, mientras que el polaco apuesta por el surrealismo.

Uno es australiano y el otro polaco. Uno nació en Melbourne en 1935 y el otro en Poznan en 1956. Uno pinta paisajes ibicencos y bodegones realistas y el otro obras surrealistas. Ian Galbraith y Jull Dziamski no pueden ser más distintos uno del otro. Sin embargo, ahora ambos se han unido en una exposición conjunta que se inaugura mañana en la galería Exibizanismus de Eivissa.

Galbraith fue un personaje muy conocido entre los círculos artísticos de la Isla, entre otras muchas cosas, por haber reflejado sobre los octógonos de las cajas de ensaimadas paisajes de Eivissa pasados por el filtro por art. Tras residir en la Isla durante más de veinte años, volvió a su país natal y ahora regresa todos los meses de enero para «recordar todo lo bueno que viví durante los sesenta y los setenta».

Fruto de su estancia aquí durante estos meses son sus últimas creaciones que, ahora se exponen en Exibizanismus. «He traído dibujos, pasteles y pinturas en los que se pueden ver bodegones junto a fondos de Dalt Vila, iglesias bañadas de luz con sombras fuertes o edificios característicos de la Isla como los molinos o las casas payesas», explica el veterano pintor australiano.

Todo ello se deriva de su pasión por dibujar en la naturaleza y en sitios escondidos de la Isla. «Aunque me gustan todos los rincones de Eivissa, mi sitio preferido es la zona de ses Salines y Sant Francesc, porque tiene una luz que no he encontrado en ningún otro lugar del mundo», asegura Galbraith mientras muestra un cuadro dedicado a la iglesia de la localidad.

Surrealismo polaco

Por su parte, el pintor, escultor, interiorista y diseñador polaco Jull Dziamski acompaña al australiano con su obra permanente. En ella se pueden contemplar cuadros, esculturas, trompe l'oeil y piezas de diseño que reflejan el carácter multidisciplinar de este artista que define su obra como «surrealista».

De depurada técnica y gran realismo, algunas obras parecen fotografías que reflejan lugares de Eivissa, retratos como el de su propio hijo o ideas oníricas. «En mis cuadros se puede contemplar la particular visión surrealista que tengo de la vida siguiendo el mismo hilo conductor de la oscuridad rota por elementos de color intenso», confiesa esta autor que llegó a la Isla en 1996 y que se confiesa un admirador de la obra de artistas como Dalí o Magritte.