Los británicos durante un momento del concierto que ofrecieron en Ibiza Rocks la noche del miércoles.

Un concierto de todo menos aburrido fue el que ofrecieron el miércoles por la noche los británicos Kaiser Chiefs en Ibiza Rocks, en el que combinaron magistralmente sus temas más conocidos, un directo potente y un final apoteósico, con ‘balconing’ del cantante incluido.

La banda indie de Leeds comenzó su correcto directo con algunas de las canciones más famosas de su repertorio, como Everything is average nowadays. Evidentemente, no se olvidaron de las famosísimas Everyday I love you less and less, Ruby o I predict a riot, momento en el que se alcanzó uno de los puntos álgidos del concierto, en el que cientos de los británicos presentes corearon unas letras que se sabían al dedillo.

Este grupo es ya un auténtico experto en Ibiza Rocks. Debutó en 2005 en la Isla antes de lanzar su primer álbum, Employment, y ya entonces el cantante, Ricky Wilson, se lanzó al público en plena actuación. Volvieron en 2007, al Bar M, en un concierto más íntimo y el miércoles repitieron con un nuevo trabajo bajo el brazo, The future is medieval y seis millones de discos vendidos.

La banda británica se dejó la piel en el escenario e incluso el cantante parecía que se estaba quedando afónico por momentos. No en vano, contaban con una durísima competencia, la del partido Portugal-España, que duró prácticamente todo el concierto y tuvo en vilo a los españoles que acudieron a ver la actuación y también a muchos británicos. Enfrente del escenario había un televisor retransmitiendo las vicisitudes de la selección y el concierto casi, casi se paralizó en el momento de los penaltis, en el que había más asistentes girados hacia el televisor que hacia Kaiser Chiefs.

Los presentes respiraron tranquilos cuando ganaron los españoles y Ricky Wilson, después de entonar la famosísima Oh my God y ya con toda la atención de los asistentes, decidió acabar el concierto al más puro estilo ‘turista británico del West’. Saltó del escenario y trepó hasta el primer piso, donde está el VIP. Fue caminando unos metros sobre la repisa bajo la atentísima mirada de los miembros de seguridad y desde ahí, en un golpe de efecto descomunal, se lanzó al vacío a la piscina. Menos mal que salió bien. Ahí terminó el concierto, que duró hora y cuarto.