Juan Gelman, fotografiado en Eivissa en 2008 | Marco Torres

El poeta, escritor y periodista argentino Juan Gelman, ganador del premio Cervantes en 2007 y autor de más de una treintena de libros, falleció este martes a los 83 años de edad en Ciudad de México, donde residía desde 1976, tras exiliarse de su país de origen a causa de la dictadura militar.
Gelman, que nació en Buenos Aires el 3 de mayo de 1930, ha vivido como exiliado en Roma, Madrid, Managua, París, Nueva York y México, alternando su actividad política contra la dictadura militar con trabajos para la UNESCO.

En su extensa carrera ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía, el premio Cervantes, el premio Pablo Neruda y el premio Reina Sofía de Poesía.

Desde que en 1956 publicó su primer libro, Violín y otras cuestiones, Gelman comenzó a ser conocido por Latinoamérica con obras como El juego en el que andamos, Velorio del solo o Gotán.
Sin embargo, con el paso de los años, su poesía se empapó de su visión de izquierdas y de la situación política en Argentina, que dificultó la publicación y le obligó a exiliarse bajo amenazas de muerte y tras la desaparición de su mujer e hijos. Así, pasó un tiempo en Roma, París, Nueva York, hasta afincarse en México, donde vivía hasta la fecha.

En el exilio publicó, por ejemplo, Hechos y relaciones o Si dulcemente, parte de una etapa reflejo del clima de derrota y pérdida sufrido por el autor. Otro aspecto curioso de la obra de Gelman es la presentación de su propia poesía como traducción, en algunas ocasiones. Atribuía sus versos a poetas apócrifos, como quedó de manifiesto en Traducciones III: los poemas de Sydney West. En 1988 logró regresar por primera vez a Argentina y en el año 2000, tras años de búsqueda, consiguió hallar e identificar en Uruguay a su nieta, hija de Marcelo Gelman y María Claudia García.

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La pérdida
La experiencia de la pérdida y el exilio marcaron la vida y la poesía de Juan Gelman, creaciones que destacan por su «humanismo desgarrador» y «el diálogo con lo sagrado», según indicó ayer el poeta Antonio Colinas.
«Piedad y ternura por encima de las tragedias que se presentan en la vida», destacó Colinas como elementos clave de ese humanismo, que quedó reflejado en algunas de las obsesiones confesas de Gelman, como el amor, el otoño, la niñez o la muerte.

La profundidad de la poesía del Premio Cervantes argentino respondía, por un lado, a «su experiencia vital» -la desaparición de su hijo y su nuera durante la dictadura argentina-, y por otro a su espiritualidad, en opinión del autor de Libro de la mansedumbre.

Su poesía era «clara, fuerte y sincera», algo bastante «inusual», según Colinas, en tiempos en que «predomina la escritura insustancial, plana, intelectual, sin ese desgarro humano».
Argentina ha declarado tres días de duelo por la muerte de Gelman. El secretario de Cultura argentino, Jorge Coscia, subrayó ayer que el poeta «marcó a fuego la literatura del continente». Precisamente fue en Argentina donde Gelman publicó hace unos meses su último libro, Hoy, un volumen de prosa poética que será editado próximamente en España por Visor y en el que se incluirá también, a modo de cierre, el último poema que escribió y que le entregó a Joaquín Sabina.

En la Isla
«El poema perfecto no existe»
Juan Gelman cerró en marzo de 2008 en Can Ventosa la primera edición del encuentro Eivissa Port Mediterrani del Llibre. En una entrevista con este periódico, el autor argentino afirmaba que «el poema perfecto no existe», aunque «en la imperfección hay números uno». Gelman, que no había estado anteriormente en la Isla, señalaba que la imagen que ésta «esparce por el mundo es la de los antros, la droga y tal». «Pero llega uno aquí —continuaba— y se encuentra con otra cosa: unas playas estupendas, un mar estupendo, una ciudad vieja estupenda. Ha sido una grata sorpresa, realmente». Entonces, el poeta afirmaba que no le interesaba «la poesía comprometida» sino «la poesía casada con la poesía». «El único tema de la poesía es la poesía y por eso puede hablar de todo», añadía.