Un joven inglés se prueba la indumentaria que usaban los artilleros de Eivissa. | (c) Sergio G. Canizares

Que Eivissa tuvo una historia anterior a la llegada de los hippies y a la fundación de las grandes discotecas, los beach clubs y los enormes yates es la principal lección que se llevan los visitantes que acuden todos los años a visitar la exposición de tecnología militar de los siglos XVI al XVIII que alberga el Baluard de Sant Jaume.

Son pocos metros y está algo escondido, pero este pequeño recinto situado en la subida de la Ronda Calvi mirando hacia Poniente es uno de los lugares más visitados por los turistas de Eivissa y uno de los que mayor grado de satisfacción tiene entre ellos debido al tesoro que esconde en su interior: cañones, un mortero pesado, mosquetones, arcabuces, espadas, cascos o corseletes, y todo totalmente interactivo. «Todo el que viene a este museo repite porque encuentra una forma muy divertida de aprender la parte de la historia que muchos turistas y residentes desconocen, la de cómo se resistía a los sucesivos intentos de invasión que sufrió Eivissa durante los siglos XVI, XVII y XVIII», explicó a este periódico Francisca Riera, monitora sociocultural y trabajadora del Baluard de Sant Jaume.

No en vano, uno de los principales atractivos es la posibilidad de meterse en el papel de un soldado del Siglo de Oro español probando de primera mano todos los utensilios que hay que en la parte superior del baluarte. «Hay réplicas exactas de espadas de distintas épocas, desde las que se usaban con dos manos hasta floretes de finales del siglo XVIII, hasta arcabuces, alabardas, lanzas, corseletes o cascos y todo ello puede ser tocado, cogido e, incluso, está permitido hacerse fotografías vestido de soldado», aseguró la propia Francisca Riera.