Las paredes del centro cultural Es Polvorí de Dalt Vila recogen hasta el próximo 3 de septiembre sólo una parte de la ingente cantidad de material que recopiló Vicent Tur Guasch, ‘Fornàs’, y su mujer Manolita Riera, ‘Pujolet’, a lo largo de su vida.

A Vicent Tur Guasch, Fornàs, (Sant Llorenç, 1919-1994) hubo un tiempo en que todo el mundo de la isla le conocía. Y es que a su faceta como pintor costumbrista, con una amplia producción en la que destaca una gran colección con todas las iglesias de Eivissa, hay que sumarle su incansable trabajo por mantener y conservar la tradición oral de la isla en compañía de su mujer Manolita Riera, Pujolet. No en vano, juntos crearon en los años setenta del pasado siglo el grupo de estudio Xacoters de Balafia y juntos recorrieron casa por casa para recoger en sus carpetas y grabar en sus cintas de cassete historias, leyendas, cantos, gloses o estribots.

Sin embargo, hasta el pasado lunes nunca antes nadie le había dedicado una exposición. Era una deuda que había pendiente con su figura y su trabajo que ya ha quedado saldada gracias a la muestra que ha organizado el Arxiu Històric d’Eivissa, en colaboración con el Ayuntamiento de Vila y la familia del propio Fornàs, en centro cultural Es Polvorí de Dalt Vila y que se podrá contemplar hasta el próximo 3 de septiembre.
«Fornàs, era un trabajador incansable, un gran enamorado de su isla, su historia y sus tradiciones, y también, aunque mucha gente no le recaiga en ello, una figura que ha sido clave para que no se haya perdido buena parte de la cultura popular ibicenca», confesaba Fani Tur, directora del Arxiu Històric d’Eivissa y comisaria de esta muestra junto a Toni Torres.

Para llevar a cabo la exposición, que se celebra coincidiendo con el vígesimo aniversario de su muerte en este 2014, se ha contado con el apoyo de la sobrina del propio Fornàs, Manolita Mestre, que en hace dos años donó al archivo de Eivissa 162 cintas de cassete decoradas por su tío con grabaciones de canciones tradicionales pitiusas de todo tipo, desde gloses a estribots, pasando por canciones picantes o religiosas, y unas sesenta carpetas donde Fornàs iba recogiendo fotos, anécdotas o poemas, como el dedicado en 1920 a las elecciones, las fotografías que él mismo tomó del estado en el que quedó la iglesia de Sant Elm después de ser bombardeada en la Guerra Civil, o un ejemplo de un mac de fer trons, una piedra que se solía colocar en la plaza o en la salida de la iglesia para que los jóvenes del pueblo probaran su puntería.