Partiendo de la base de que la responsabilidad de los empresarios es dedicarnos a nuestras empresas y crear empleo y prosperidad, beneficiando así al conjunto de la sociedad, y que la de los políticos es la de hacer política, y mostrando respeto por los resultados electorales de las elecciones generales del pasado 10 de noviembre, no debemos pasar por alto que corren tiempos para la moderación.

Y esta es una afirmación que refleja el sentir de las más de ochenta organizaciones que, aglutinadas en CAEB, representan a todos los sectores, a todas las islas y a empresas de todos los tamaños de Balears. Una aseveración que comparten CEOE y CEPYME, organizaciones empresariales de carácter nacional a las que CAEB representa en nuestra comunidad y en cuya toma de decisiones participamos activamente.

Una tesis que, desde fuera de nuestras fronteras, también defienden BusinessEurope y la OIE. Y un postulado que, desde el rigor y el conocimiento estratégico, emana de la Fundación Impulsa Balears, siendo, todos los citados, los manantiales que, en todo caso, forjan los posicionamientos de CAEB.

Y con este respaldo, y en un contexto de desaceleración económica y del empleo, lo que los empresarios pedimos a los partidos políticos llamados a gobernar es que actúen con sentido de responsabilidad y visión trasversal para conformar cuanto antes un Gobierno estable y moderado y que las negociaciones para la formación de un nuevo Gobierno se aborden con sentido de estado y anteponiendo el respeto y el cumplimiento del marco constitucional a los intereses particulares.

La principal vulnerabilidad de la economía es el elevado endeudamiento público que, unido a los compromisos de déficit derivados de la gobernanza europea, hacen que el rigor presupuestario sea inaplazable en las políticas públicas. Además, la política fiscal debe ayudar a la competitividad de las empresas, a su internacionalización e innovación y, sobre todo, a favorecer la creación de empleo que es la gran prioridad de los ciudadanos y la condición necesaria para sostener nuestro estado del bienestar.

Es mejor que la Administración obtenga más ingresos por el aumento de la actividad que pretender lograrlo aumentando los impuestos que ya pagamos ciudadanos y empresas porque eso es lastrar la economía.

Sería un fracaso de la política que tuviéramos que volver a las urnas en pocos meses. Pero es preciso que, desde el rigor presupuestario, la ortodoxia económica y el diálogo social, avancemos en las reformas pendientes, priorizando la formación, la innovación y digitalización, las pensiones, la internacionalización, el impulso de la sostenibilidad, una tributación más competitiva, la unidad de mercado y la industrialización, que deben ser las auténticas prioridades para lograr la reactivación de la economía y del empleo, que es lo que los ciudadanos, en definitiva, esperamos de los políticos.