Los operarios trabajan el vidrio a altas temperaturas. Lafiore dispone de una tienda junto a la fábrica en la carretera de Valldemossa. | Aina Ambrosio

Lafiore goza de buena salud. Se hace mayor, pero transpira vida. Miquel Tortella es el propietario y director de la marca Lafiore, mientras que Sonia Torres ejerce de directora de proyectos y comunicación. Fundada en 1964 por la familia Tortella, la empresa ha pasado por dificultades de todo tipo, pero ya se sabe que las crisis son una oportunidad. Y Lafiore aprovechó su momento más delicado para iniciar un proceso de transformación que ha reforzado los cimientos, al tiempo que se modernizaba para encarar con garantías el futuro. La empresa cuenta hoy con cinco artesanos del vidrio soplado y una artesana que confecciona sus piezas con la técnica denominada fusing cuenta en 2018 solo eran tres. Es un claro síntoma del buen funcionamiento de la empresa. Además, la marca Lafiore cuenta con cuatro trabajadores más.

La tienda de la fábrica permanece abierta de 09.00 a 19.00 horas de febrero a octubre; en noviembre cierra a las 17.00 horas; a las 16.00 horas en diciembre y permanece cerrada en enero, que es cuando el espacio comercial va experimentando pequeñas mejoras año tras año.

«Fue en 1964 cuando unos inversores mallorquines decidieron montar una fábrica de vidrio. Se pusieron en contacto con mi padre y le ofrecieron dirigir el negocio, puesto que contaba con la experiencia de estar trabajando en Menestralía, la fábrica de vidrio que había en Campanet y que cerró hace unos años», explica Tortella, que recuerda que la fábrica se construyó en su actual ubicación -la carretera de Valldemossa-, aún en el municipio de Esporles. Inicialmente, los productos se comercializaban bajo el nombre de ‘Art i foc’.

Miquel Tortella y Sonia Torres
Miquel Tortella y Sonia Torres son los dos principales ejecutivos de Lafiore, la firma mallorquina especializada en vidrio.

No pasaron muchos años antes de que el padre de Miquel Tortella pudiera hacerse con el control total de la empresa. Fue en 1985 cuando apostó por el cambio de nombre y transformó ‘Art i foc’ en Lafiore para mejorar la internacionalización de los productos. Lafiore era una sociedad anónima y tenía la marca registrada, pero a partir de 2008, con la crisis generalizada que azotó el mundo, la empresa comenzó a pasar por serias dificultades. Fueron momentos de nervios, tribulaciones y muchos sacrificios, pero Lafiore entró en concurso de acreedores en 2016. Fueron meses muy complicados en los que Tortella no duda en reconocer que incluso pensaron en la posibilidad de cerrar definitivamente. «Los artesanos del vidrio, en aquellos momentos de dificultades, dieron un paso al frente y dijeron que querían continuar, siempre y cuando nosotros continuáramos con la marca Lafiore y la tienda. Y así fue como decidimos continuar», explica Tortella, que recuerda con emoción aquellos días. «Cuando has sufrido un concurso de acreedores trabajas sin descanso para sacar la empresa adelante», señala.
«Desde entonces no fabricamos directamente, aunque todos los productos que se hacen en nuestras instalaciones son comercializados por Lafiore. Además, nosotros diseñamos», asegura.

La tienda de Lafiore en la carretera de Valldemossa es un punto de venta más. En este sentido, Lafiore cuenta con una extensa red de comercialización en Mallorca. Además, los productos de la marca se venden en diferentes lugares de España y son exportados a numerosísimos países. «Tenemos clientes muy potentes en Reino Unido, Francia, Alemania… y también hemos vendido en lugares como Singapur, Sudáfrica…», señala.

La producción de Lafiore ha evolucionado mucho desde que se puso en marcha la fábrica en 1964. En aquellos años muchos objetos de menaje, que hoy son de plástico, eran de vidrio. De esta manera, inicialmente se fabricaban muchas botellas, botes, vasos... aunque también se elaboraban productos de decoración. Desde el primer día y hasta hoy se han fabricado también las típicas lámparas mallorquinas de vidrio. Hoy, en todo caso, se venden muchas menos.

Los productos de Lafiore más demandados hoy en día son los utensilios de menaje. Es decir, vasos, copas, botellas, jarras... aunque también tienen muy buena salida diferentes objetos de decoración. Además, Lafiore se ha especializado en diferentes tipos de lámparas, además de las típicas de vidrio. Otro de los activos de Lafiore es su capacidad para elaborar todo tipo de piezas por encargo.

La artesanía provoca que no haya dos productos iguales. Todos son únicos. En todo caso, Torres explica que algunos son tan parecidos que si no eres un experto no eres capaz de notar la diferencia. «Cada pieza es diferente y especial, pero evidentemente elaboramos vasos, platos, copas... que son prácticamente iguales. Vendemos cristalerías o vajillas en las que, aunque los productos son elaborados de forma artesanal, los vasos, copas o platos son idénticos», detalla Torres.

COLOR. La forma de dar color a las piezas es una de las innovaciones introducidas por Lafiore. La firma ha renunciado a la forma más tradicional para disponer así de una extensa gama de colores. «El color nunca será igual. Inicialmente, nuestra producción era únicamente en cuatro colores: transparente, azul, turquesa y verde. Y hacíamos alguna combinación entre estos colores. Hoy, tenemos muchísimos más», indica Tortella.

Proceso de coloración
Lafiore utiliza colorantes para el vidrio y consigue de esta forma una extensa gama.

En este sentido, hay dos formas de dar color al vidrio. «La manera tradicional en Mallorca era mediante el uso de diferentes minerales. El vidrio fundido, en función del mineral que utilizabas adoptaba un determinado color. En Lafiore decidimos modernizarnos y abrir así nuestra gama de colores, que hoy es muy extensa. De esta manera, nosotros siempre comenzamos con vidrio transparente. Una vez fundido, empleamos colorantes para obtener las diferentes tonalidades», asegura. La demanda toma siempre las mejores decisiones. Es la que provoca que un determinado producto deje de fabricarse y otro se multiplique. «Realizar algunas piezas que han dejado de fabricarse requiere un largo proceso de aprendizaje. En Lafiore tenemos muchos modelos porque casi todas las piezas las elaboramos en varios colores», indica Torres.

La demanda, por ejemplo, ha provocado que las típicas lámparas de techo de vidrio mallorquín dejen de fabricarse con regularidad. Existen aún un buen número en stock, pero su venta es muy limitada.
«Prácticamente, ya no hacemos lámparas clásicas de cinco brazos. Casi no hay demanda. Cuando yo comencé vendíamos una o dos lámparas cada semana. Ahora, se venden una o dos cada año. De igual manera, antes vendíamos muchas cristalerías, que tienen 45 piezas, y hoy es un producto de venta limitada. Hoy, en pocas casas hay espacio suficiente para guardarlas», afirma Tortella. Asegura que ahora la fábrica funciona prácticamente bajo pedido. «En la tienda tenemos un stock suficiente para abastecer con total normalidad a cualquier cliente particular que se acerque a nuestras instalaciones. Además, tenemos una gran capacidad productiva, que nos permite elaborar cualquier producto en días», significa.

El diseño es uno de los valores añadidos que ofrece Lafiore. Colaboraciones con diferentes especialistas y la constante presencia en ferias para conocer las nuevas tendencias son los argumentos de una empresa que es consciente de la importancia de actualizarse. La empresa no faltará tampoco el año que viene a la feria Maison & Objet de París, que comienza el 18 de enero, y en la que tendrán un estand propio. Además, Tortella evalúa también la posibilidad de acudir en septiembre a una feria dedicada a la decoración de hoteles.

Uno de los grandes retos de Lafiore en los últimos años es diversificar sus puntos de venta, no depender de un solo mercado. De esta manera, la empresa mantiene un importante número de puntos de venta en Mallorca, poco más de treinta, aunque llegaron a ser muchos más. En todo caso, Lafiore ya vende mucho más fuera de Mallorca que en la propia isla. Su principal mercado continúa siendo Mallorca. «En los últimos años hemos conseguido no depender tanto del cliente de Mallorca y las ventas han ido experimentando un proceso de desestacionalización, aunque es evidente que los meses de verano son los de mayores ventas», señala.

Proceso de elaboración de las piezas de vidrio
La elaboración de algunas piezas es peculiar y complicada.

Lafiore está en constante movimiento, con multitud de proyectos en preparación. Uno de los retos es consolidar los diferentes mercados. En este sentido, la venta online ha aumentado en gran medida desde la pandemia. Las ventas crecieron exponencialmente durante 2020 y, aunque ahora se han visto reducidas, se han incrementado notablemente respecto a las cifras prepandemia.

La venta por internet supone hoy alrededor del 10% del total, que es aún relativamente poco, pero mucho más que años atrás. «Muchos de nuestros esfuerzos para mejorar la comercialización se dedican a la venta online. El porcentaje es pequeño aún, pero es el futuro», manifiesta Torres. Lafiore tiene una presencia importante en redes, desde las que promociona sus productos. Optimizar los diferentes espacios es uno de los retos de la empresa, que cuenta con un local comercial en la carretera de Valldemossa de más de 400 metros cuadrados. Hace ya unos años que Lafiore amplió los productos que comercializa en sus instalaciones.

«Situamos los productos de Lafiore en el centro y vendemos piezas que puedan complementar nuestro vidrio. Es una demanda de los clientes. Intentamos que los productos que vendemos tengan una coherencia con nuestro estilo», indica Tortella. La sostenibilidad es una de las apuestas inequívocas de Lafiore. En este sentido, la decisión de trabajar únicamente con vidrio transparente no es nueva, aunque está perfectamente alineada con la tendencia actual de sostenibilidad. «El vidrio que empleamos, tanto si es de ventana como de botella, es reciclado. Este año hemos comenzado a emplear cristal de botella no retornable», señala.

Incrementar la capacidad productiva es otro de los grandes desafíos de la empresa. «Los hornos que tenemos ahora funcionan con electricidad, tanto el de fundición como los de enfriado. Antes, iban con leña y gas. De esta manera, cuando ponías el producto en un horno debías estar entre cuatro y cinco días para poder recuperar la pieza», explica Tortella. Torres explica el proceso de fabricación. «Tenemos un horno en el que fundimos el vidrio reciclado a 1.200 grados. Queda como si fuera lava, para entendernos, y es cuando el artesano lo puede moldear y elaborar una pieza. Una vez que la pieza está acabada debe enfriarse de forma paulatina para que no exista un choque térmico que rompa el producto. Se coloca así en un horno, arca de enfriamiento, que inicialmente está a unos 600 grados. En este horno pones toda la producción del día. Cuando acaba la jornada apagas el horno y poco a poco se va enfriando. A la mañana siguiente ya puedes sacar las piezas del horno», explica Torres.

Piezas que disponen en la tienda Lafiore
Los diferentes tipos de objetos de menaje centran la venta de productos de Lafiore.

Tortella, por su parte, recuerda como era el proceso hace unos años. «Las piezas acabadas se ponían en un horno de leña. Podían pasar cuatro o cinco días antes de que se apagara el fuego. Es decir, que lo que fabricabas un lunes y disponías del producto un jueves. Además, hay que considerar que la temperatura es muy difícil de controlar con un horno de leña. Así, las roturas eran mucho más numerosas que en la actualidad. Entre el 2009 y el 2010 cambiamos los hornos, que funcionan con un termostato y podemos controlar la temperatura en cada momento. Prácticamente, no hay roturas. Además, al sacar las piezas de un horno de leña debes lavar todas las piezas con agua, puesto que estaban llenas de hollín. Ahora, no», señala Tortella.

En el camino hacia la sostenibilidad, Lafiore tiene ya en funcionamiento un buen número de placas solares instaladas en el techo de la fábrica. «Avanzamos para ser autosuficientes. Las placas son una ayuda importante. En este sentido, uno de los grandes problemas que tiene la industria del vidrio es la energía, ya sea electricidad o gas», indica Torres, que recuerda que su comercializadora eléctrica les sirve energía renovable. «Además, queremos embalar solo con papel y desterrar completamente las bolitas de plástico», asegura Torres.

Lafiore ha iniciado este año diferentes acuerdos de colaboración con varias hoteleras. «La práctica totalidad de establecimientos hoteleros tienen programas de sostenibilidad. Casi todo el vidrio que emplean es retornable, pero normalmente aún siguen usando algunas referencias de vidrio incoloro no retornable. Son estas botellas las que nosotros recogemos en los hoteles colaboradores en nuestro proyecto ‘Somos circulares’. Machacamos las botellas y aprovechamos los restos. Muchos de estos hoteles, comprometidos con la economía circular, nos compran piezas elaboradas con el vidrio que ellos han generado. El programa ha tenido una gran acogida, pero necesitamos que sea vidrio transparente», indica la directora de proyectos y comunicación. Torres está orgullosa del trabajo realizado y relata satisfecha las bondades del programa Experiencias Lafiore, que permite al público conocer todo el proceso de elaboración del vidrio y que ha convertido la fábrica en un atractivo turístico más.