La senadora del Eaj-PNV María Dolores Etxano. | Efe - J.P.GANDUL

Una vez asegurados los siete síes de Junts, más los respectivos de Esquerra, a la causa de Pedro Sánchez solo queda por sumar el apoyo del PNV para que la investidura del candidato del PSOE alcance la cifra requerida en una votación cuya fecha fijará la presidenta del Congreso, Francina Armengol. El último socio que falta por confirmar su apoyo es el PNV, quizás el colaborador preferente de Sánchez a pesar de todo lo que los separa en el terreno ideológico.

Uno a uno, desde Sumar, pasando por EH Bildu, BNG, Coalición Canaria, Esquerra y finalmente Junts han alcanzado el perseguido acuerdo por parte de los socialistas. Este jueves el portavoz del Gobierno Vasco y consejero de Cultura y Política Lingüística, Bingen Zupiria, ha asegurado que formar «cuanto antes» un Gobierno «duradero» sería «el mejor remedio» contra «el mal clima que se generado en España y, especialmente, en Madrid».

El recado está enviado y el mensaje ha sido recibido. Y es que, atendiendo a las palabras de los propios dirigentes de la formación vasca, el pegamento que une al PNV con el resto de independentistas y formaciones de izquierdas del Congreso es su repulsa hacia Vox. Sin el partido de Santiago Abascal en la ecuación, tanto PNV como posiblemente Junts verían con unos ojos muy distintos una posible negociación y pactos factibles con los 'populares'.

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En el pasado ya alcanzaron esos pactos, coincidiendo con los gobiernos del PP de José María Aznar. Después las derechas españolas, vasca y catalana vieron como sus caminos se separaban, embarrados en el Estatut y los pretendidos agravios a la igualdad de todos los españoles. Desde entonces, en el caso particular de los jeltzales, los socialistas se han convertido en un refugio óptimo para retener su peso específico en las instituciones vascas. Gracias a sus múltiples alianzas con los socialistas de Euskadi, el PNV ha seguido incidiendo en el autogobierno, portando la manija política de una de las regiones donde tradicionalmente la derecha más sufre en las urnas.

A diferencia de otros como Bildu, con sus listas electorales con implicados en delitos de sangre que tras la tormenta mediática se ocuparon de corregir, el PNV no ha ejercido de socio incómodo para el PSOE, siempre buscando marcar su propio perfil como Podemos, a pesar de que sea su agenda particular la que marque el ritmo de la relación institucional. Las transferencias y las líneas rojas cuando se trasgrede esa autonomía, como en el caso de la ley de vivienda, han cimentado la relación del Gobierno de Sánchez con el PNV.

Qué más puede quedar sobre la mesa. Lo vislumbraremos volviendo a las palabras del portavoz del gobierno vasco, quien ha señalado que independientemente de la decisión que tome el PNV respecto a la investidura de Sánchez, la «obligación» de su ejecutivo es «hacer cumplir» el programa de gobierno que firmaron jeltzales y el PSOE de Euskadi, donde «el principal compromiso respecto al autogobierno es lograr un autogobierno total que aún no hemos conseguido, y lo debemos exigir una y otra vez».