La frustrada investidura de Pedro Sánchez suponen la cuenta atrás para celebrar nuevas elecciones. Si no se elige presidente en unos 50 días, quedarán disueltas las Cortes y se convocarán elecciones, previsiblemente para el día 26 de junio. A esta situación se llega por la falta de acuerdo para elegir a un presidente, pero sobre todo por la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo, alcanzar un mínimo consenso que evite celebrar elecciones en junio. Las posibilidades para conseguir elegir una persona de consenso están bloqueadas y alguien deberá ceder para poder alcanzar un acuerdo en los días que restan para los nuevos comicios, tal y como marca la Constitución.

No quieren elecciones. Todos los partidos políticos han asegurado que no son partidarios de nuevas elecciones. También los mercados financieros y los empresarios defienden que debe producirse un acuerdo sin llegar a los comicios. De hecho, algunos economistas aseguran que la actual situación de provisionalidad empieza a tener consecuencias en la economía y la situación empeorará poco a poco. Evidentemente, las empresas que quieren invertir en España no ven ahora un panorama claro para hacerlo. El precio de la deuda para nuestro país podría subir y el mes pasado se truncó la bajada del paro que, de manera consecutiva, se iba registrando en España. Muy preocupante.

No resolverá nada. El problema es que unas nuevas elecciones no son ninguna garantía para resolver el actual problema político. Los resultados pueden ser similares y, por lo tanto, el bloqueo continuaría en la próxima legislatura. Ante estas circunstancias habría que pedir a los partidos responsabilidad, que piensen más en los intereses generales que en sus circunstancias internas, y que no impidan la mejoría de la economía, que es una realidad en los últimos años, que conlleva empleo y, por fin, muchas familias pueden salir del pozo en el que han vivido durante tiempo. No hay que olvidar que las previsiones de crecimiento son del 3 por ciento, el mayor de la Unión Europea. Nos jugamos mucho pero, lamentablemente, los partidos políticos siguen su propia hoja de ruta sin tener en cuenta el interés general.