La consellera de Mobilitat propuso el pasado lunes a los vecinos de Jesús dejar en stand by las dos últimas fases de remodelación de la travesía, la principal entrada al núcleo urbano, hasta después de la construcción del desdoblamiento de Ca na Negreta y las dos variantes previstas. La primera fase, que sólo debía durar 45 días, se ha alargado hasta los siete meses y ha causado tantos quebraderos de cabeza a la consellera Pepa Marí que está dispuesta a rescindir el contrato con la constructora para contentar a vecinos y comerciantes.

Responsabilidad. La consellera dejó en manos del Ayuntamiento de Santa Eulària y de los vecinos la decisión de paralizar las obras e indemnizar a la empresa. Quizás, en vez de gastarse el dinero de todos en pagar a la empresa en una eventual rescisión del contrato Marí debería pensar en los residentes y comerciantes afectados por las obras y que las han pasado canutas en los últimos meses por culpa de su gestión. Si el proyecto ejecutado le parecía que tenía deficiencias técnicas, como la inexistencia de un estudio arqueológico previo, era su responsabilidad exigir este trámite y no excusarse en el trabajo hecho o no por equipos de gobierno anteriores. Los ciudadanos están hartos de ver cómo la izquierda y la derecha se culpan mutuamente de las decisiones que han tomado en el pasado en vez de mirar hacia delante y preocuparse por los problemas del presente.

Acaben lo empezado. Con buen criterio, el Consell d’Eivissa decidió aplazar hasta después del verano la finalización de la travesía de Jesús, pero ahora quiere que sean los afectados los que decidan si quieren pasar otro otoño de caos o dejarlo para más adelante, cuando quizás ya no estén ni el PSOE ni Podemos–Guanyem en el gobierno del Consell. La mejor solución es acabar con esta pesadilla cuando antes, terminar lo que ya se ha empezado y no dejar el trabajo a medias. Quizás no sea el mejor de los proyectos pero fue el que el pueblo de Jesús escogió mediante un proceso de participación. Acábenlo y dejen de marear la perdiz.