El catalán ha obligado a excluir al único aspirante que había disponible para ocupar una plaza interina de Atención Primaria en Formentera. Este periódico contaba este miércoles que el Hospital de Formentera cuenta con cinco plazas para cubrir en Atención Primaria, cuatro en propiedad y una temporal. En la promoción interna para reemplazar dicha plaza interina, el único aspirante ha sido rechazado por no poder acreditar el nivel de catalán que se exige en la sanidad pública.

Se buscan médicos.
El Ibsalut reconoce que el único médico interesado para cubrir la plaza interina en el Hospital de Formentera ha sido excluido por no acreditar el catalán porque, justifican, «este proceso aún no contemplaba exenciones porque fue anterior a la convocatoria de interinidades de Urgencias en Can Misses». Por lo tanto, el propio Ibsalut reconoce que el catalán ha generado un problema para cubrir una plaza laboral en el Hospital de Formentera. Y no debe ser precisamente fácil encontrar facultativos para la Pitiusa menor, donde la insularidad es un obstáculo importante para los médicos que quieren trasladarse a la isla. De la falta de vivienda no hace falta ni hablar.

Es un conflicto.
Guste o no, la obligatoriedad del catalán en la sanidad está creando dificultades a los médicos y perjudica la asistencia sanitaria. De hecho, la plaza ahora declarada desierta lleva sin cubrir desde el día uno de enero Tenemos el ejemplo de Formentera, muy reciente, y ya se ha contado desde este medio la situación de muchos facultativos de Can Misses. Por eso sorprende la euforia de la consellera de Salut al alcanzar un acuerdo con el 65 por ciento de los sindicatos con el ‘decretazo’ mientras en Formentera los médicos que no tienen acreditado el catalán no pueden conseguir una plaza. Si el Govern de Armengol quiere con estas medidas potenciar el uso del catalán está consiguiendo el efecto contrario. Las imposiciones no suelen funcionar. Y si perjudican a los enfermos, mucho menos.