Comenzamos el año nuevo 2019 con los mejores deseos para todo el mundo y con los buenos propósitos de costumbre, pero como de buenos propósitos no se vive, es preciso ponerse manos a la obra.

La sociedad pitiusa y también la balear, están aquejadas de graves problemas que deben ser abordados con determinación y también con el mayor apoyo social y político del que se sea capaz de hacer acopio. Problemas de índole medioambiental, de sostenibilidad, de infraestructuras, de financiación de los servicios públicos, de vivienda, etc.

Pero para poder resolverlos hace falta un análisis profundo de la situación que permita tomar decisiones de calado, muchas veces a medio y largo plazo, algo que está alejado de la improvisación, del cortoplacismo y del postureo habitual de nuestros gobernantes.

La negociación del REB

La necesidad de que se materialice un Régimen Especial de Baleares (REB) es un asunto capital para el futuro de las islas. Algo que se daba por resuelto tras la llegada de Pedro Sánchez y el PSOE al Gobierno de España, está resultando un fiasco de calado.

De la resolución positiva para Balears de este asunto depende en gran medida la credibilidad de Francina Armengol y también gran parte de sus posibilidades de retener el poder en el Govern balear. Si no hay REB antes de las elecciones de mayo o si el que se acuerda con Madrid resulta muy por debajo de las expectativas, habrá defraudado a la sociedad en su conjunto y las aspiraciones de que resuelva definitivamente los perjuicios económicos que la insularidad acarrea a las islas.

Elecciones en mayo

Y es que las elecciones del año próximo, europeas, autonómicas y municipales (y quién sabe si también de ámbito estatal si el PSOE no logra sacar adelante sus presupuestos), condicionarán sobremanera el inicio de este año.

La inestabilidad de un Gobierno como el de Pedro Sánchez, apoyado por tan solo 84 diputados, y que debe negociar cada iniciativa legislativa con el resto de fuerzas para lograr su apoyo, no augura nada bueno.

Y todo ello con un ambiente caldeado por el juicio a los responsables del proceso independentista catalán, hace vislumbrar unas dificultades enormes para que la política de acuerdos y pactos se asiente y resuelva los problemas de la ciudadanía.