La desastrosa gestión que ha sido incapaz de corregir el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) está agravando la ya de por sí dolorosa situación en la que se encuentran miles de pitiusos. El SEPE no está cumpliendo sus compromisos en tiempo en forma, lo que se traduce en retrasos a la hora de cobrar las prestaciones en el mejor de los casos, ya que otros no tienen tanta suerte y ni tan siquiera han recibido ingreso alguno. Tampoco responde a las solicitudes que se formulan a través de su página web, ni a través del teléfono y es una tarea titánica concertar una cita para tratar de resolver cualquiera de las necesidades de los ciudadanos antes citadas y que normalmente se salda con un resultado infructuoso, tal como publicamos ayer en estas páginas.

Reduce el efecto positivo de los ERTEs.
El sistema de los ERTE que el Gobierno ha consensuado, no sin dificultades, con sindicatos y patronal en sucesivos pactos ha sido ampliamente elogiado con razón por su capacidad para mantener el empleo y contribuir a mantener vivo el tejido productivo, además de la excusa para que el Gobierno no se implique en las ayudas directas que merecen los empresarios que han visto obligados a cerrar sus puertas. Sin embargo, el deficiente funcionamiento del SEPE está reduciendo su efectividad, ya que de nada sirve tener derecho a una prestación si ésta no se cobra en tiempo y forma. A estas alturas, no cabe excusarse en una punta de trabajo sobrevenida ante la que no había diseñado un plan de contingencia, como podía argumentarse en los inicios de la pandemia. El Gobierno ha tenido tiempo de sobra para introducir aquellas medidas correctoras necesarias para estar a la altura de las circunstancias y demostrar a los ciudadanos que los servicios públicos están para servirle.

La culpa siempre es del PP.
Cualquier contratiempo al que se enfrentan los gobiernos de izquierdas es despachado con el argumento de que es consecuencia de los recortes de la época del PP, como argumenta el PSOE para defenderse de la situación de la sanidad pública, cuando en Baleares Armengol está cerca de llevar en el poder casi seis años de forma ininterrumpida, tiempo de sobra para haber corregido todo aquello que tuvo que hacer el gobierno de Bauzá para salir de la crisis financiera de 2008.