Las empresas de diferentes sectores, en especial las vinculadas a la construcción y la hostelería, denuncian la imposibilidad de poder atender la demanda de nuevos proyectos debido a la falta de profesionales especializados. El problema, aunque pueda tener un claro factor coyuntural, es serio ya que afecta a la competitividad de nuestra economía y abre la puerta a la importación de mano de obra preparada; una situación que puede acarrear consecuencias indeseables en el futuro. No se puede dejar de tener presentes las previsiones negativas que se realizan para los próximos años como consecuencia de las amenazas de recesión económica.

Explosión inversora.
Cabe recordar que la construcción fue de las pocas actividades que no se vio afectada durante la pandemia, aunque se produjo una lógica ralentización. De hecho, en el último año se ha disparado la reactivación de numerosos proyectos al tiempo que se generaba una demanda casi simultánea de profesionales. En este escenario el fácil entender el momento crítico al que deben hacer frente las empresas para poder atender tanta demanda, pero cabe recordar que el caldo de cultivo de esta situación no es nuevo. El mercado laboral propio adolece de una falta crónica de profesionales especializados, el lamento de los empresarios de las Islas viene ya de lejos y no parece que los últimos esfuerzos en la mejora de la formación profesionales puedan solventar la situación con la urgencia necesaria.

Mantener la calidad.
De lo que no cabe duda es que por complejo que sea la captación de profesionales, los empresarios deben ser los primeros interesados en crear condiciones laborales más atractivas y en consonancia con las exigencias de los tiempos actuales. Retroceder en calidad es un seguro para el fracaso, buena parte de las inversiones que se localizan en las Islas se sustentan en las garantías que se ofrecen las empresas en la ejecución de los trabajos.