Piensan algunos que el bloqueo norteamericano a Cuba ha hecho más por la causa de Castro durante las últimas décadas, que todas las soflamas patrióticas que él mismo pueda dirigir a su necesitado pueblo. En cualquier caso, es evidente que la obstinada actitud de los Estados Unidos en orden a yugular económicamente el régimen castrista, ha servido indirectamente para poner de relieve la resistencia, coraje y convicciones de un cubano que para resistir tanta privación tiene que poseer necesariamente fe en su Gobierno. El fin del bloqueo equivaldría al fin de una serie de limitaciones en lo económico que para comprender en su magnitud es conveniente analizar, empezando por preguntarse qué supone hoy el bloqueo a Cuba. Para comenzar, diremos que el régimen cubano no puede acceder a todas las fuentes internacionales de financiación de instituciones "como hacen los demás países" debido al veto norteamericano. Estamos hablando muy concretamente del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Si el Gobierno cubano desea conseguir créditos de los países más desarrollados, se le obliga a tener renegociada su deuda externa, y ya se encargan desde Washington que dicha renegociación no sea posible. Naturalmente, siendo vecinos muy cercanos de la primera potencia del planeta, los cubanos no pueden comerciar con ella, teniendo en ocasiones que acudir a comprar alimentos de prmera necesidad a los mercados asiáticos. Por si todo ello no fuera suficiente, los barcos que van a Cuba no pueden tocar puertos norteamericanos "incluso el turismo de ciudadanos americanos a la isla está prohibido", lo que contribuye a encarecer los fletes y el propio comercio. En suma, se trata de la concatenación de un puñado de medidas encaminadas a asfixiar a una economía, a un país que sin embargo resiste. Pese a las promesas iniciales que hablaban de una flexibilización, Clinton no sólo no ha contribuido a hacer más llevadera la situación, sino que en algunos aspectos la ha endurecido. En un momento en el que tanto la sensatez, como el más elemental sentido de la justicia recomendarían lo contrario.