Proteger Balears es un objetivo que va más allá de la salvaguarda del medio ambiente. Es salvar también la tierra y actividades económicas enraizadas en lo rural, cuyo futuro se presenta oscuro a causa de la falta de ayudas por parte de la Administración y del elevado coste que supone para los payeses conservar su patrimonio, lejos de la amenaza de los especuladores. La propuesta de la Conselleria d'Agricultura i Pesca del Govern de arbitrar una fórmula para evitar en lo posible la venta de fincas, posibilitando su alquiler con unas reglas distintas a las que rigen en el agroturismo, es una idea que demuestra, una vez más, el interés del conseller Joan Mayol por devolver al campo la fuerza que ha perdido en los últimos años. Joan Mayol es uno de los pocos consellers del nuevo Govern que no ha necesitado tiempo para meterse de lleno en el terreno que administra. Profundo conocedor de la realidad medioambiental de Balears, también se ha mostrado especialmente sensible ante los problemas que tiene el campo. Es necesario ser conscientes del peligro que entraña el hecho de que fincas rústicas que en otro tiempo sobrevivieron gracias a las actividades agrarias sean ahora objeto de deseo por parte de especuladores extranjeros. La venta de patrimonio a capital procedente del exterior comporta un serio riesgo para la conservación de las señas de identidad de esta tierra y despierta un profundo malestar entre quienes quieren impedir la venta de Balears, desgajada hectárea tras hectárea, y no se resignan a observar pasivos el futuro que nos espera de seguir en esta línea. Los payeses llevan mucho tiempo reclamando ayudas para aligerar el peso que les supone la conservación del patrimonio arquitectónico y natural. Es necesario atender esas peticiones y planificar de inmediato las ayudas que merece el campo.