España, lo hemos dicho muchas veces, dista mucho de aproximarse a los niveles de vida de los países europeos del norte, a pesar de que algunas comunidades autónomas se acerquen un poco más. Y, según las últimas noticias económicas, aún queda mucho por hacer para que la convergencia real sea un hecho, porque "por desgracia" parece que en este mundo global que los poderosos han diseñado para nosotros, el éxito o el fracaso de las políticas económicas no depende tanto de los gobiernos, sino de las circunstancias que atraviesa el planeta en su conjunto.

Así las cosas, las previsiones del equipo de José María Aznar se vuelven papel mojado a la hora de la verdad. Las grandes petroleras "y por delante de ellas, los países productores de crudo", han dado al traste con los programas de contención de precios que llevan a cabo todos los gobiernos del mundo. Los carburantes han disparado sus precios en los últimos meses, obligando a los ciudadanos a realizar un esfuerzo extraordinario para cuadrar sus cuentas domésticas y, como ellos, a los Ejecutivos que tratan en vano de evitar que los datos del IPC sean insostenibles.

Y así ha sido. Cuando el Gobierno preveía para todo este año un incremento de los precios del dos por ciento, la realidad le ha dado un manotazo duplicando esa cifra, con el consiguiente perjuicio para pensionistas, empleados públicos y trabajadores con el incremento salarial fijado en base a las previsiones oficiales. Ahora el Govern balear anuncia que compensará a los pensionistas con una paga extra que minimice los efectos de la espectacular desviación del IPC. Pero ésta, aunque bienvenida, no es una solución a largo plazo. Lo cierto, mal que nos pese, es que somos víctimas de las decisiones económicas y políticas de gentes que están muy lejos de nosotros. Demasiado.