El Partido Popular está a punto de celebrar su décimo cuarto congreso nacional y las delegaciones regionales han remitido ya a Madrid sus enmiendas a las ponencias que se debatirán allí. Y uno de los textos más contestados ha sido el que se refiere al «patriotismo constitucional», de fuerte carácter centralista, que defenderán el ministro de Exteriores, Josep Piqué, y la presidenta del partido en Guipúzcoa, María San Gil. La ponencia ha recibido ya 250 enmiendas y entre ellas se encuentran las del PP balear, que no acaba de admitir todos los postulados del escrito.

De entrada, el título de la ponencia resulta confuso y con sabor añejo. Y crea alarma en las autonomías en las que están más vivos los sentimientos nacionalistas. Incluso incomoda a quienes sin sentirse nacionalistas temen que ese patriotismo del PP olvide lo que dice el artículo 2 de la Constitución, que reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y de las regiones de la Nación española. Pretender imponer un concepto de «patriotismo constitucional» excluyente, monopolizador, unilateral y enfrentado a los sentimientos de los ciudadanos de las distintas autonomías, que tienen su propia identidad, con una cultura y lengua propias, es totalmente contraproducente. El patriotismo y la Constitución no puede ser patrimonio de ningún partido ni pueden utilizarse como arma política.

Por eso, tal vez, los dirigentes del PP balear quieran poner algunos matices en las ideas de Piqué y San Gil, que parecen redactadas para enfrentarse a la realidad nacionalista del País Vasco. Los populares de zonas como la nuestra, que saben que es posible compaginar y defender sin chirriar la lealtad a la Constitución y el amor a la tierra propia, a la patria más próxima, no comulgan con esa visión antinacionalista acérrima "de inmovilidad constitucional" que promueven algunos sectores del PP nacional. Conviene pues que el congreso debata ampliamente todos estos conceptos y que se establezcan parámetros de respeto a todas las opiniones.