Cada vez que se publican estadísticas de calidad de vida o nivel de desarrollo en nuestro país "de sanidad a educación, pasando por servicios sociales, pensiones o carreteras" comunidades como el País Vasco y Navarra destacan sobre todas las demás. Quizá se deba al elevado grado de autonomía del que gozan gracias a sus estatutos forales y sus conciertos económicos, pero de la mano de esta idea, qué duda cabe, viaja otro concepto: el dinero del que disponen sus gobiernos autonómicos para invertir. Como estamos acostumbrados a escuchar, Balears vuelve a estar a la cola también en esta cuestión, a pesar del sambenito de que somos una de las comunidades con la renta per cápita más alta de Europa: el Govern balear podrá gastar 1.217 euros por habitante "una cifra ridícula a todas luces", contra los casi cinco mil euros con que contará el Gobierno foral navarro y los más de tres mil de sus vecinos vascos. Pero la estadística revela más datos jugosos, como que Andalucía "una comunidad a la que se «apoya» desde todas las demás por el atraso histórico que arrastra en muchos aspectos" también nos supera, y mucho.

Llegamos aquí a un punto de obligada reflexión: el incumplido Régimen Especial de Balears, que nos deja a medio gas a la hora de dedicar a nuestra región la atención que necesita. Nadie duda de que en nuestras Islas hay déficits en multitud de aspectos y nadie podrá alegar que con más fondos se podrían financiar mejoras sustanciales en todos los órdenes. Así que con este planteamiento queda claro que la iniciativa del Govern de poner en marcha impuestos como la ecotasa no es equivocada, pues garantizaría un capital valiosísimo para nuestro futuro. Otra cosa es que éste se haya dado con la fórmula más adecuada o sea el momento más oportuno para aplicarla, pero ése es un debate que sólo los implicados en el asunto deben aclarar.